Hunter me había llevado al patio trasero de la casa de Natalie y Marco. Ambos nos sentamos en un par de columpios que había ahí.
El cielo se estaba tiñendo de un cálido y agradable color naranja. En ese momento deseé tener conmigo mi caballete y mis pinturas. Necesitaba pintar para despejar mi mente y aligerar el dolor que tenía en el pecho.
Hunter y yo llevábamos como diez minutos en silencio y podía sentir como la tensión iba aumentando, pero me negaba a ser yo la que dijera algo primero. Era él quien tenía demasiadas cosas que explicar.
Desde el momento en que lo conocí siempre fui transparente con él y creí que él lo había sido conmigo, pero acababa de descubrir que por mucho tiempo él me había estado mintiendo y me ocultó una gran parte de su vida. Aunque algo dentro de mí deseaba que hubiera seguido oculto.
—Mia—me estremecí al escuchar su voz—, lo que viste...
—Es algo perfectamente normal—él había atravesado mi corazón con una daga y yo me encargaría de retorcerla—. Simplemente me sorprendió, nunca me dijiste que tenías novia.
—Lo siento, debí habértelo dicho.
Realmente deseaba que él no tuviera a nadie esperándolo.
—Debiste, pero no lo hiciste—suspiré con un terrible pesar mientras negaba con la cabeza—. No sé si pueda perdonarte el que me hayas mentido.
Él se giró para verme sorprendido y abrió su boca para decir algo, pero la cerró de golpe.
—Mia, en realidad lo lamento—él tomó mi mano y aquella simple caricia me calentaba el corazón—. Yo... maldición, si hubiera una manera de poder reparar esto.
—La confianza es como un castillo de arena, toma tiempo construirlo y segundos en hacerlo pedazos—aparté mi mano de la suya. No podía resistir más su tacto—. ¿Qué pasa si la siguiente vez me ocultas cosas como que tienes una esposa y yo me entere hasta que aparezca un niño llamándote papá?
—No entiendes, lo que pasó fue...
— ¡Basta! —la cabeza me daba vueltas con tantos pensamientos revueltos y mi corazón se partía. No podía dejar de recordar la forma en que Hunter se había besado con su novia. No estaba lista para esto—. No quiero verte, Hunter.
Me levanté del columpió y me encaminé a la casa. Sus pisadas sonaron en el pasto y lo sentí tomarme de la muñeca para detenerme.
—Mia, por favor—escuchar el dolor en su voz solo me estrujaba más el corazón—. Vas a estar aquí un mes.
—Tal vez menos.
— ¿Te-te iras?
—No te vayas, por favor, menos por una tontería como esta.
¿Tontería como esta? ¡Me había rato el corazón y él no se daba cuenta! ¿Cómo podía ser tan ciego? Cerré los ojos y recordé lo guapa que era la novia de Hunter. Claro, nunca se fijaría en una chica como yo. Nunca me he considerado fea, pero no tenía las delicadas curvas de ella. ¡Parecía sacada de una maldita revista de moda!
—Tengo que pensarlo.
Me solté de golpe y salí corriendo al sentir que las lágrimas estaban saliendo y no iba a poder hacer nada por detenerlas.
Corrí al interior de la casa y subí las escaleras buscando un lugar donde refugiarme. Maldición. Ni siquiera sabían aun cual era mi habitación.
Abrí una puerta al azar rezando que no fueran la de Natalie y Marco. Al entrar cerré la puerta de golpe y le puse el seguro para que nadie entrara. Pegué la frente en mi puerta mientras sentía que las lágrimas ya estaban resbalando por mis mejillas y no había forma alguna de pararlas.
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Enchanted
Teen Fiction"Un hilo rojo invisible conecta a todos aquellos que están destinados a conocerse. El hilo puede estirarse o enredarse, pero nunca romperse." Mía conocerá a Hunter e instantáneamente sentirán una conexión entre ellos. No importa qué o quién intente...