Capítulo 3

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Miré mi reflejo en el espejo retrovisor del auto. Tenía quince minutos de haber dejado estacionado en el auto en la cochera y aun no quería bajar del auto. Sabía que en el instante en que lo hiciera este día se daría por terminado y una parte de mí no quería que terminara nunca.

No podía dejar de sonreír como un verdadero idiota, además, el auto aún conservaba el aroma de Mia y también su risa. Era como si una parte de su esencia se hubiera quedado aquí en el auto o, tal vez, conmigo.

Hace como media hora que la había dejado en su casa, pero si cerraba los ojos aun podía sentir como si estuviera sentada a mi lado riendo o hablándome sobre cosas importantes y cosas sin sentido alguno.

Había olvidado lo divertido que era conocer a alguien nuevo, o tal vez no era divertido, pero ella lo hacía así. Sin ningún miedo y sin ninguna mascara ella se estaba mostrando a mí como era y me permitía conocerla. Deseaba poder regresarle lo mismo que me estaba dando.

Suspiré con pesadez y vi el reloj en mi teléfono. Tenía que entrar a casa.

Bajé del auto y mientras entraba a casa decidí enviarle el primera mensaje a Mia. Seleccioné la aplicación para los mensajes, en el destinatario puse el nombre de Mia y automáticamente apareció su número y con mis pulgares tecleé el mensaje.

Muchas gracias por el pequeño tour. ¿Crees que pueda repetirse?

Pulsé el botón para enviar el mensaje y me guardé el celular en el bolsillo trasero de mis tejanos. Pasé por la cocina y me dirigí directamente a las escaleras para irme a descansar a mi habitación. Las piernas comenzaban a dolerme y sentirse pesadas, además el cuerpo estaba picándome por el sudor. Había sido un día increíble, pero mi cuerpo estaba resintiendo todas esas horas de caminata.

— ¿Hunter? —la voz de mi madre me detuvo.

— ¿Sí?

—Ven a cenar, cariño.

Me regresé para asomarme por la entrada de la cocina y vi que mi familia estaba sentada a la mesa.

—No tengo hambre, mamá, gracias.

Ella frunció el ceño y me volteo a ver.

— ¿Te sientes bien?

—Sí, es solo que salí con una amiga y estuvimos comiendo.

— ¿Una amiga? —preguntó mi papá con algo de curiosidad.

—Acabas de llegar, ¿y ya tienes nueva novia?

Landon me miró sobre su hombro y sonrió de manera traviesa. Me acerqué a él y le di un golpe ligeramente fuerte en la nuca.

—Cállate, idiota.

—Me alegra que estés haciendo amigos nuevos.

Mi madre me sonrió con cariño maternal y me acerqué para dejar un beso sobre su cabeza.

—Me iré a dormir de una vez. Buenas noches.

Me despedí de mi familia y subí a mi habitación.

Después de una larga ducha en la regadera finalmente me pude tirar en la cama. Me pasé una mano por la cara mientras los recuerdos del día de hoy me seguían embargando y poniendo una tonta sonrisa en la cara.

Mi celular comenzó a vibrar y lo tomé con rapidez creyendo que Mia había contestado mi mensaje.

Me sorprendió demasiado la desilusión que sentí al ver que era una llamada de Audrey y no el mensaje de Mia.

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