let me love u {Yoonmin}

[1]

Deambulaba por los pasillos de su nuevo instituto sin saber muy bien dónde se dirigía. No tenía nada claro, sólo quería disfrutar de cómo se sentía esa nueva etapa en su vida.

Nueva ciudad, nuevo barrio, nuevo instituto. Nueva gente con la que interaccionar.

Pero esto es lo que había querido desde tanto tiempo atrás. Desde que su madre le dio la dolorosa noticia de que su abuela había muerto.

Jimin ya sabía que su abuela no estaba bien, ya que los médicos se lo repetían una y otra vez. Él esperaba que luchara, como siempre había dicho que haría. Se lo decía cuando Jimin no le daba importancia a nada. Ni a ella. Tenía la cara de decirle que iba a luchar hasta que no quedaran ni una de aquellas jodidas células malignas en su cuerpo, y, después de esto, le lanzaba una bocanada de aquello que la iba carcomiendo las entrañas. Humo.

Su abuela le decía que no se rendiría, pues era un tira y afloja entre el cáncer de pulmón y ella, que iba a ganar. Pero cada vez que parecía que la anciana iba tomando ventaja, se paraba a fumarse un cigarro, y entonces el cáncer aprovechaba para acortar distancia. Así, hasta que una noche la abuela del chico pudo notar al cáncer besándole sus arrugados labios y ahí comprendió todos sus errores. Y soltó una sóla lágrima.

Jimin respiró hondo mirándo a través de una ventana. Basta de pensar siempre en el pasado.

Por ir pensándo en sus cosas no se percató del leve rumor de un piano que se escuchaba por el pasillo. Giró la cabeza hacia el sitio de donde procedía el sonido y caminó hacia él.

Era un aula. Miró su reloj. No deberían estar dando clases, no era la hora todavía. Miró a la puerta y pensó en si debía entrar. Quizá, con suerte, podía encontrar a algún alumno que le enseñara el colegio.

Se decidió y entró. Dentro había un único piano de cola, negro, elegante y sofisticado en mitad de la sala. Y tocándolo, un chico con el pelo azul que le caía sobre sus ojos negros. Jimin había deseado saber dibujar en ese momento para poder hacer, más tarde, un cuadro de aquel panorama. Y no era para menos. El chico que tocaba era pálido, y resaltaba con la oscura pintura del piano y con el papel grisáceo con el que había sido forrada aquella sala. La elegancia con la que tocaba era envidiable. Dio un paso y el piano se calló.

-Quién eres. -el tono frío con el que le habló el desconocido le hizo fruncir el ceño, pero aún así logró componer una sonrisa antes de responder.

-Park Jimin. -dijo acariciando el lomo del piano.- Un nuevo alumno.

-Ya veo.

Y siguió tocando ante la confusa mirada del rubio. Este último no sabía si debía seguir hablando o simplemente irse. Pensó en que no sabía nada del instituto, y quizás debía pedirle ayuda. Además de preguntarle su nombre, claro.

-Es injusto. -otra vez silencio.- No me has dicho tu nombre.

-Yoongi. -y compuso una casi inexistente sonrisa que casi parecía una mueca.

Le pegaba. Ese chico, de hecho, tenía aspecto angelical, y tocaba el piano. Diablos, lo hacía jodidamente bien -pensó.- .

-¿Me puedes ayudar? -preguntó Jimin, apartándose su cabello rubio de los ojos.

-Quizás. -se frotó las manos contra sus vaqueros negros.- Si me dices en qué necesitas mi ayuda, quizás.

-Soy un alumno nuevo. -repitió.- No tengo ni idea de adónde tengo que ir.

-¿A qué bachiller vas? -preguntó, presionando a su vez algunas teclas haciéndo que resonara en la sala una tétrica y sencilla melodía.

-Ciencias. -Yoongi levantó las cejas.- Ciencias de la salud.