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Cuando ambos chicos llegaron a la casa del más bajo, pasaron a la cocina, sentándose en una pequeña mesa adornada con un frutero. Yoongi vio al rubio relamerse los labios mientras miraba una de las grandes fresas rojas que sobresalían en el gran plato del centro de la mesa y sonrió.

-Puedes coger lo que quieras, como si fuera tu casa. -dijo el peliazul acercándose a un armario.

-¿Qué estás cogiendo, hyung? -preguntó el rubio con los labios rojizos por culpa de la fresa que, sin dudar, acababa de morder.

-Unas pastillas para... mi madre. -Yoongi sacó de la cajetilla las dos que necesitaba y guardó el resto, parándose en la puerta de la cocina.- Quédate aquí.

Sin estar seguro de si Jimin le había oído, salió con las pastillas y llamó suavemente abriendo la puerta donde descansaba su madre encendiendo la luz y pudiendo observar cómo el bulto inmóvil de la cama se removía como protestando.

-Omma... -el pequeño se acercó a ella y le bajó un poco las sábanas, viendo cómo se tapaba nuevamente los ojos para que la luz no le molestara.- Tus pastillas, tienes que tomarlas.

-No. -Apenas fue un susurro. Pero la madre del chico ya había hablado suficiente, por lo que le dio la espalda, sin intención de hablar más.

Yoongi suspiró y dejó las pastillas en su mesilla, cerca del vaso de agua y se volvió hacia la puerta, soltando una pequeña exclamación cuando vio a Jimin mirando desde la puerta con una mirada indescifrable.

-Jimin, te dije que... -Yoongi no siguió hablando debido a que el rubio le calló con un gesto rápido, empezando a hablar él.

-¿Cuál es tu nombre completo, hyung? -Los ojos oscuros del más pequeño se entrecerraron ligeramente al esbozar una pequeña sonrisa.

-Min Yoongi. -El peliazul le miraba sin comprender nada. ¿Qué le pasaba a ese chico?

-Hola, señora Min. -dijo Jimin acercándose ante la estupefacta mirada de Yoongi a la mujer postrada en la cama.- Encantado, yo soy Jimin, Park Jimin.

Jimin.

Yoongi cada vez se hallaba más y más sorprendido, confuso, e incluso algo enfadado ante la confianza del chico. Pero más se sorprendió cuando al cabo de un rato de silencio la señora Min se dio lentamente la vuelta y miró al chico con los ojos entrecerrados por la luz. Jimin le sonrió achicando los ojos graciosamente mientras la mujer parpadeaba para acostumbrarse a la amarillenta luz que salía de la pequeña lámpara.

-¿Has visto qué buen día hace? -Jimin caminaba por toda la habitación sin parar. Esta vez se acercó a la ventana y levantó la persiana, haciendo que los rayos de sol lo iluminaran todo. Yoongi miraba con admiración cómo el chico activaba a su madre, que ahora se había incorporado y miraba con algo de curiosidad al chico rubio que había vuelto a acercarse a ella.- ¿Tienes sueño? -le preguntó aún sonriendo, a lo que ella asintió.- Pero tienes que tomar tus pastillas si quieres que deje de ser tan pesado. -rió suavemente.- Además, algún día deberíamos limpiar esto, ¿no crees? -la mujer volvió a asentir y Jimin se acercó, cogiendo las pastillas y poniéndoselas suavemente en las manos.- Tómatelas.

La señora Min miró su mano y luego al chico, y le compuso una pequeña sonrisa ante la estupefacta mirada del peliazul, que miraba la escena sin saber bien qué hacer. Se quedaron mirando a la mujer hasta que tomó las pastillas y se volvió a acostar. Jimin bajó la persiana con sumo cuidado y salió de la habitación, cogiéndole suavemente de la mano a Yoongi.

-¿Qué ha sido eso? -preguntó Yoongi, aún shockeado.- Has conseguido que se tome las pastillas, y...

-No ha sido nada. -le interrumpió Jimin soltándole.

let me love u {Yoonmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora