-Tu nombre- demandó.-P...Park Ji...Jimin- tartamudeó.
Su voz. Pensó.
-Park Jimin- repitió firmemente.
Sus miradas se perdían en el color avellana que aquellos inocentes ojos lo observaban con profundo miedo, con terror, con temor -eres hermoso Park Jimin- ante lo dicho el cuerpo del muchacho se estremeció, mandando escalofríos que recorrían cada fibra de su cuerpo -no desperdicie mi dinero al adquirirte, eres una reliquia única, posees belleza, una belleza totalmente hipnotizante para cualquiera, si alguien te ve de la manera tan sensual pero inocente que estas en estos momentos, te lo aseguro Park Jimin, venderían su alma al mismísimo diablo para poder tan solo verte por unos segundos, no miento Jimin, eres el arte perfecto viviente-
El nombrado al escuchar las palabras salidas de la boca del mayor, sonando de manera ronca y relajada, poso sus manos tímidamente sobre su cuerpo tratando torpemente de cubrirse al darse cuenta del tipo de vestimenta que llevaba encima de su cuerpo.
-Oh no Jimin, no trates de cubrirte de nada sirve- el mayor, quién se encontraba sentado, se levantó de su lugar dando pasos que se escuchaban en el silencioso espacio donde dos almas se encontraban, una inocente y pura, la otra misteriosa y demandante, cada paso se convertía en un estremecimiento en el cuerpo del muchacho, quién al ver la firmeza y proximidad del hombre, apretó la bata formando puños en ella haciendo visible el miedo que recorría en su frágil cuerpo.
Sus ojos, pequeños orbes avellanas que en vez de mostrar alegría, mostraba la sofocación que sentía su sistema nervioso provocando que su corazón latiera desfrenadamente llevándolo al borde de la locura, acción que solo hacían perturbar más a su mente con hallar una salida de escapatoria.
-Quítate la bata- demandó, el susto en el rostro del muchacho quedó plasmada en la mente del mayor como un claro ejemplo de lo que su simple voz puede ocasionar. Poder y control -¿acaso no escuchaste? ¿Eres sordo?- el muchacho negó -entonces que esperas para quitártela o deseas que yo lo haga- negó por segunda vez sintiendo como una rara sensación crecía en su pecho.
Angustia.
Con manos temblorosas quito de manera lenta la suave tela de seda posada en su cuerpo cayendo suavemente e impactando en silencio contra el frío suelo.
Se mostró. Su piel desnuda y brillante. Bajo la luz tenue de la habitación. Una piel virgen. Una piel pura.
El hombre mayor se relamió los labios al ver la clara y suave piel, hizo que sus ojos viajaran en cada rincón de ella, sintiendo la tentación por tocarla, por sentirla. Pies, piernas, torso, brazos, hombros, cuello, rostro. Todo. Cada uno lo miro, lo observo, grabando en su mente cada parte mostrada, la piel que cubría cada una, piel canela, una piel morena.
Silenciosamente y con ligeros pasos comenzó una caminata alrededor del cuerpo ajeno, mirando otra vez los detalles en él.
Su espalda. Firme y tonificada, posando el mismo tono, canela y morena. Trasero. Voluminoso y resplandeciente, un lugar de tentación pura, donde lo más grandes pecadores desean sumergirse y tocar el cielo. Pecar de la manera más sucia y divina a su vez, pecar con un ángel inocente, perderse en el cuerpo del deseo.
Vio, analizó. Comprobando que aquella compra no había sido tocada ni utilizada. Su piel lo mostró. Sin manchas, sin marcas. Suave, radiante y pura.
El pequeño ángel se encontraba quieto, tratando de no emanar movimiento alguno, con sus brazos a los costados, con el corazón latiendo a mil por hora, con poco aire en sus pulmones, con nerviosismo recorriendo su interior y con ojos emergidos en un profundo abismo de oscuridad, la mente del ángel analizaba cada acto del extraño tratando de no alarmar a su cuerpo con más miedo y haciendo lo posible por despejar imágenes profanas de sus pensamientos. Cuando sintió que la invasión a su espacio personal se alejaba sus extensiones de brazos y piernas se relajaron y dio paso al aire en sus pulmones soltando un pequeño suspiro.
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Destruido - ||Yoonmin||
FanficNi la inocencia más pura logra atrapar la libertad que tu cuerpo necesita. Ni la sonrisa más honesta impide que el destino se forme de una manera despiadada. No, simplemente no puedes volar y ser libre cuando ni tus propios pensamientos lo son, ni t...