El primer día IV

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¡Agh! De verdad parece que metí la pata esta vez, espero que esto no vuelva a ocurrir. Así el resto del día al principio trascurre de manera muy normal, en mi primera clase tratan de presentarnos, y todos parecen personas muy normales, hay chispas en el aire y todos se llevan bien con todos, menos yo por supuesto. Estoy sentado en el ultimo puesto -justo al rincón-, donde es difícil que se acerquen, en lo posible trato de evitarlo.


- ¿Que hay de usted caballero? - dice la mujer que dicta la clase , esperando que me presente.


Esta mujer en verdad da miedo, sus cabellos canosos recogidos por una moña y sus gafas alargadas, demuestran una increíble rigidez y su piel arrugada junto con sus dientes amarillos solo me aterran, igual que presentarse, más cuando oigo todos esos murmullos llenando el salón - que tipo más raro. Sí, sera mejor no hablarle. -  Aunque, basta con agitar mi cabeza de lado a lado, para notar que en realidad no están susurrando y solo es mi imaginación confabulando con mi miedo a ser rechazado. 


- Mi nombre es Dennis, tengo 17 años, me gustan las carreras de caballos y montarlos, me gust..

- Vaya tenemos un zoofilico aquí. -Dice interrumpiéndome un chico y ademas haciendo reír a todos, incluso a la amargada profesora.

-¡Agr! - solo puedo refunfuñar, mientras me siento de nuevo.

-Blaz, esta bien tratar de llamar la atención. Pero ahí mejores formas de hacerse popular y ser gracioso. - Dice la amargada dirigiéndose al chico que me interrumpió.

Todos se ríen de Blaz y este de inmediato dirige su mirada a mi, es amenazador y tal vez eso sea natural por sus raíces alemanas. Sin embargo, no deja de asustarme como empuña su mano y saca su dedo gordo para rosar su cuello de un extremo al otro, como diciéndome que este es mi fin. Solo puedo sorprenderme y sentirme agobiado por ser del que se burlan desde el primer día, y ademas haberme ganado ya un enemigo, cuando lo que buscaba era precisamente lo contrario. 


Entonces de la nada alguien entra casi tumbando la puerta y para mi sorpresa es Zoé quien da una mirada rápida por el salón y de inmediato me ubica, al verme frunce en el ceño y baja la mirada. Entonces, comienza a señalarme y a gritar;

- ¡Es el! ¡Es el! trato de abusar de mi.

- ¿QUE? - pregunto sorprendido.

No alcanzo a parpadear y dos hombres vestidos de policías ya me están esposando, todos en el salón se sorprenden, las chicas hablan entre ellas con miedo y los demás solo murmuran cosas entre si.

- Esto debe ser un error. - Trato de explicarle a los policías.

- Sí, sí, puede decírselo al juez.

- ¿cuando vas a dejar de usar el mismo chiste barato? - responde uno de los policías.

- Por favor rojas, eso nunca pasa de moda.


Ambos siguen en su pequeña discusión mientras yo solo pienso que mi futuro esta arruinado, y aunque se demuestre mi inocencia nunca dejaran de temerme, tendré que mudarme al otro lado del mundo y cambiarme el nombre para que no sepan quien soy, estoy acabado. Aunque tal vez si consigo convencer a Zoé de que diga que es un error estaré libre. 


- Zoé, ¡¡Zoé!! Dile a los señores que te equivocaste, esto es un error. ¡¡Zoé!! ¡¡Zoé!!


Pero no importa cuanto grite, zoé solo sube su mirada y me es indiferente, no se que habrá pasado. Pero, tengo que solucionarlo, ¿Zoé por qué me haces esto? 



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Una horrible historia sin clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora