Por suerte no estábamos tan lejos de la estación, aunque incluso así las manos me temblaban; tenía miedo, miedo de la forma de conducir de ese loco psicópata. Aunque por otro lado, él solo parecía disfrutar de mi cara pálida y mis manos sudorosas; sus pupilas tan negras e increíblemente grandes, daban la impresión de que había estado inhalando cocaína. Era eso o solo la habilidad que tenía para ser increíblemente inquieto, loco, desesperado...
Bajé del auto cayendo de espaldas sobre el césped, tratando de amortiguar mi caída con unas manos y brazos lo suficientemente delgados como para hacerme parecer solo un pequeño niño asustadizo, tembloroso, tan frágil como un tulipán.
-¡Llegamos perras! -grita con una voz fuerte y roncosa Rodríguez, mientras golpea la puerta del auto como si la
hubiese derrumbado.
De verdad que es un loco, pienso. Su risa de oreja a oreja es lo que me hace pensarlo, sin embargo su locura no para allí; posiciona sus manos sobre la correa en la cual carga su revólver Taurus 44 y empieza a caminar mientras saca de su bolsillo una masa extraña y café, algo de tabaco para mascar supongo. De pronto se escuchan unos repetitivos ruidos, como fuertes golpes, uno tras o otro sin parar, y estos logran captar la atención de Rodríguez quién de inmediato sonríe y se masajea los puntos de la barba con la mano izquierda, mientras que a su vez, enlista a su veloz mano derecha en la batalla colocándola atenta en el mango de la imponente Taurus.
Rodríguez camina lentamente en dirección de la constante cuando se percata de donde proviene aquel ruido sucesivo e incesante: uno de los autos policiales.
-Me pregunto qué sorpresa me espera, o quiénes me sorprenderán... - dice Rodríguez como si ya supiera lo que encontrará al abrir la puerta del auto.
Aún así el continua su camino hacia la puerta del Dodge; blanca con una gruesa línea verde claro. Pero de pronto nota algo en el rutinario sonido, es algo diferente a lo que esperaba, y este sonido logra causar una sensación de extrañeza en Rodríguez, quien de inmediato des enfunda su revólver.
- Abre la puerta. -me dice escupiendo un poco de tabaco, mientras cambia a una mirada más seria.
Supongo olo piensa en usarme en caso de que sea una trampa, tal vez una bomba. Pero yo estoy convencido de que solo son Rojas y Gutiérrez jugando a ser amantes. Así que no le doy vueltas al caso y de inmediato abro la puerta.
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Una horrible historia sin cliché
RomanceDennis es un joven que cruza su primer semestre de universidad, y trata de hacer amigos, por el consejo de su mejor amiga(japonesa) Mirai. Aunque al principio parece que la universidad es el sitio perfecto para cambiar las cosas y por fin ser popul...