Carta I

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CARTA PRIMERA PARTE

Septiembre, 03.

Los recuerdos aún siguen frescos, siguen ahí.

Habían pasado un par de meses desde la rehabilitación cuando mamá decidió que era momento de incorporarme a las clases. Se suponía que sería un nuevo comienzo, nadie me conocía ni conocía mi historia. Pero no fue así.

El día que llegué a Rosewood todos me recibieron con una mirada de pena, no dejaban de mirarme por más disimulados que intentaran ser, aún se sentía ese sentimiento fresco rondando por los pasillos ante cada paso quedaba. Había supuesto ese escenario en mi mente, pero por más que hubiera tenido el deseo interno de que no pasara no se cumplió. Todo volvió a ser como antes, o al menos eso creí hasta que me viste.

Me encontré fascinada por esa matiz de color verde entre el esmeralda y olvida, nunca antes los había visto. Aun si tus iris hubieran sido de otros colores me hubieran parecido los más hermosos del mundo porque eras tú quien les daba vida, ellos vibraban de esa manera dulce y celestial porque tú eres así, Ridge. Habías sido la persona que me tendió la mano en el primer segundo de conocerme, la que no me juzgo ni intentó encasillarme, me trataste como a un igual e incluso me acompañaste por todo el recorrido hasta el salón y nunca dejaste verme con esa dulzura intacta.

No importaba cómo fuera mi aspecto o como luciera en ese momento, si no era como las chicas del corredor que se maquillaban o las que estaban siempre a la moda. A ti nunca te importaron esas cosas banales. Siempre apreciaste más la esencia de las personas que su aspecto físico, y fue algo que siempre me gustó de ti.

Y aunque no lo supiera en ese momento, poco a poco transcurrían nuestras conversaciones me di cuenta lo especial que serías en mi vida.

Te volviste mi luz en mis días más oscuros.

Y no puedo estar más agradecida porque haya sido así. Tú entre tantos.

Si hoy doy gracias al pedacito de vida que tuve fue por encontrarte y tenerte a mi lado.

Así que gracias, Ridge. Y aunque ahora no esté contigo promete que siempre mantendrás esa luz propia que te ha hecho brillar en los días más oscuros y en los claros también.


Tuya siempre, Halston.



Hermoso Caos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora