RIDGE
Contengo el humo en mis pulmones por al menos cinco minutos mientras mis ojos escrudiñan la pantalla de mi móvil. Específicamente, los tres últimos mensajes que me acaban de llegar esta mañana.
Papá: Hijo, recuerda el almuerzo de mañana.
Papá: Meredith y su hija están emocionadas por conocerte.
Papá: Y yo deseo tenerte conmigo.
Un nudo se instala en mi estómago. Ni siquiera soy capaz de responderlos, mucho menos de responderlos así que prefiero obviarlos de momento y bloquear la pantalla del móvil antes de guardarlo en el bolsillo de mi chaqueta de mezclilla.
Me recuesto sobre la puerta del copiloto de mi jeep, mientras mis pensamientos siguen un bucle. Desde mi padre me buscó personalmente hace dos semanas no ha dejado de contactarse permanentemente, ya no eran ese seco email que intercambiábamos una vez al mes. Ahora hay más llamadas y mensajes de por medio, e incluso ha intentado citarme cerca del campus para pasar el tiempo juntos en alguna cafetería o restaurante. Y mi única manera de esquivarlo de momento ha sido a través de la típica excusa de que estoy demasiado ocupado, aunque no es una mentira al cien por cien.
Me he mantenido enfocado en mis primeros trabajos del semestre más la dosis extra de atención en los ensayos para la obra de invierno. Sin olvidar que he ido a ver a mi madre más recurrentemente, ella vive en un barrio suburbial de "Scarsdale" en el condado de Westchester al norte de la ciudad. Y aunque me tome entre unos treinta o cuarenta minutos en llegar sé que vale mucho la pena, quiero estar lo más presente en este asunto sin tener que lidiar con el contacto directo de mi padre en ella.
Un escalofrío crudo cruza por mi espalda de solo recordar la última vez.
Aparto el cigarro cuando diviso una pequeña figura familiar acercarse. Malaika es una de mis amigas más cercanas, de hecho, nos conocemos desde que éramos niños y hemos compartido prácticamente toda nuestra trayectoria académica hasta la graduación del instituto. Aunque ella decidió estudiar en la Universidad de Berkeley y está de visita por un intercambio este semestre, pronto regresará a California después de las vacaciones de invierno.
Malaika no duda en darme un breve abrazo y plantar un efusivo beso en mi mejilla.
—Ya se me está haciendo una maldita costumbre estas atenciones, Mal —digo, en medio de una risa ronca.
—No puedo evitarlo. —Emite un suspiro aliviado, mientras hace un gesto—. No quiero que lo próximo que sepa acerca de ti es que te han herido en la vía pública.
—Exageras —niego con la cabeza—. ¿Acaso no ves que estoy en una sola pieza?
—Ese no es el punto, Ridge.
Malaika frunce los labios con evidente disgusto, mientras emito un suspiro corto y le abro la puerta del coche. Así como ella, el resto de los chicos no han dejado de exagerar mi pequeña aventura de esa noche del asalto. Por lo que he tenido que soportar su desmedida preocupación extra.
Apenas arranco el coche bajo la ventanilla de mi asiento para evitar que el humo se concentre dentro.
—Creí que hace tiempo habías dejado ese maldito hábito —me reprende.
—Algunas cosas no son tan fáciles de dejar ir.
—¿Desde cuándo lo haces?
—Un año y medio, más o menos —respondo, encogiéndome los hombros para restarle importancia.
—¿Es en serio, Ridge? —espeta Mal sumamente molesta—. No necesito que esta mierda entre en tus pulmones.
Ella me quita el cigarro y baja tan rápido su ventanilla para echarlo por ahí que no me da tiempo de impedírselo. Entonces, me regala una flamante sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Hermoso Caos ©
Teen Fiction❝¿Quién es la chica del cigarro? Solo es Taylor. Un hermoso caos de cabello rojo.❞ ꒰🦋꒱ En este último tiempo, no han habido muchas cosas que apasionan a Ridge Wittmore...