RIDGE
Emito un largo y sonoro suspiro que repercute entras las cuatro paredes de mi habitación. Las imágenes de esa noche aún siguen demasiado frescas en mi memoria y, es que, desde que miré a Rain por primera vez no he podido dejar de pensar en ella y muchísimo menos en ese beso...uf, qué fue la hostia de intenso.
Y cada vez que lo recuerdo solo puedo pensar, «Dios. Besar a Rain es adictivo».
Dibujo una invisible caricia sobre el borde de mi labio inferior y lo siento. Incluso las chispas de calor siguen repercutiendo dentro de mi anatomía de solo tenerlo presente. Aunque quisiera pasarlo completamente por alto, parece que mi mente y cuerpo quieren permanecer atascado en ello. Las sensaciones. El beso. Y Rain.
Sacudo la cabeza esfumando todo aquello.
Me quedo quieto sobre la cama, con un brazo reposando sobre la frente y la mirada fija en el techo. Usualmente, después de una mala noche de sueño mi cuerpo y mente se siente cansado, pero extrañamente hoy no es una de esas mañanas. En un intento de sentarme sobre el mullido colchón un fuerte ruido sordo me deja pasmado, no tardo en despabilarme por completo para darme cuenta que han sido un par de libros que cayeron de mi librero.
Aun así, todavía hay un ruido presente. Es mucho más suave y metálico.
Me pongo de pie para lanzar una mirada a la jaula de Rocket, mi hurón, que no deja de rasguñar insistentemente la puerta de la misma en un intento de salir de ahí. El pequeño tiene el mal hábito de entrar a su jaula por las noches y después empieza a jugar ahí dentro dando saltos y volteretas que repercuten sobre la estructura, por ende, la puertita metálica cae en su lugar dejándolo encerrado.
Una corta y ronca risa se escapa de mi boca cuando me pongo de cuclillas a sacarlo. Él se refriega contra mi mano para que le acaricie la cabeza y así lo hago. Rocket es un hurón de raza europea o Bull, como muchos les gusta llamarle, y a diferencia de muchos es demasiado dependiente del afecto físico. Necesita sí o sí estar en compañía, sino se pone de malhumor. Así que entre Zavick, Luka y yo nos turnamos para dejarlo el menos tiempo posible solo o sino, sabemos que romperá cualquiera de nuestras pertenencias en una muestra de rebeldía.
Él da un salto antes de salir corriendo.
Me quedo a tomar los libros que han caído de mi biblioteca personal, son demasiados. Y ahora que me detengo a mirarlo noto que fue Rocket quien los tiro en un intento de salir de la jaula, ya que ésta está al lado del librero.
Uno de los ejemplares que se había caído era Maybe Someday de Collen Hoover, el otro era Sueños de una noche de verano de Shakespeare. Noto los bordes manchados del primero, de hecho, algunas de sus primeras hojas estaban tornándose amarillentas y vaya, esa una clara señal que había pasado demasiado tiempo desde que me lo obsequió. Tal vez, cuatro años o un poco más. Pero aún podía encontrarme con ella ahí, lo sabía y lo sentía, podía sentir su vibra con solo tocar las ásperas páginas del papel y el ligero aroma a su perfume.
Aunque ya era apenas perceptible.
Una pequeña sonrisa melancólica escapa de mí sin poder reprimirla. Contengo por unos segundos el aire y cuando lo dejo salir es gradualmente, evaporando las sensaciones a flor de piel consigo.
Vuelvo la mirada hacia mi escritorio, hay un par de fotográficas resguardadas en marcos dorados, y en una de ellas la veo una vez más. Sus enormes y expresivos orbes chocolates, su dulce sonrisa plasmada con emoción y su piel pálida contrastando con su largo cabello oscuros. Y con solo ello tengo su voz, su risa y calor a mi alrededor como si ella aún estuviera aquí.
Tomo una inhalación profunda y acto seguido la suelto.
«Dios. Te echo tanto de menos Hals. Cada parte de mí lo hace».
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Hermoso Caos ©
Teen Fiction❝¿Quién es la chica del cigarro? Solo es Taylor. Un hermoso caos de cabello rojo.❞ ꒰🦋꒱ En este último tiempo, no han habido muchas cosas que apasionan a Ridge Wittmore...