Capítulo 26

4.7K 592 535
                                    

Mayo 17 - Día 119

La sala de espera estaba fría.

Mis manos estaban frías.

Yo estaba frío.

Frío, siempre frío.

Me repetía eso lentamente en mi cabeza hasta que las palabras perdían su significado. Había estado haciendo lo mismo durante toda la mañana, repetía palabras hasta que olvidaba lo que significaban y las letras se mezclaban juntas.

«Perdón, por favor, está bien, cansado, enfermo», todo reducido a sílabas.

No importaba cuántas veces lo había repetido dentro de mi esqueleto; lo único que nunca perdía su significado era Katsuki.

Podía ver el reloj desde donde estaba sentado, el segundero corría a través del reloj y cada vez marcaba más cerca la espera de seis horas.

Seis horas, seis meses y un infinito que siempre estaría atrapado.

Me las arreglé para identificar a la familia de Katsuki en la sala de espera, su hermana lucía como si quisiera salirse de su piel tanto como yo quería hacerlo, su padre tenía una mirada severa y su madre apenas se movía mientras echaba miradas hacia el reloj. Sabía que no podía odiarla. Tal vez había sido egoísta, pero estando ahí, mientras la miraba jugar con las cutículas de sus dedos, sabía que ella solo quería lo mejor para él. Es solo que nunca supo la forma correcta de amarlo.

Coloqué mis manos dentro de las mangas de la sudadera que tenía puesto e incliné mi cabeza contra el cuello, de esa forma podía respirar a Katsuki. Había robado su sudadera después de que él se fuera, era la misma que se puso el día que horneamos juntos, aún podía sentir su aroma en la ropa. Si cerraba mis ojos, podía fingir que él aún estaba conmigo.

Quería que él viviera para poder besar suavemente sus vendajes; cuando se los quitaran, besaría sus cicatrices y le aseguraría que se sigue viendo hermoso. Quería que me recordara que estaría bien y que era más fuerte de lo que yo creía.

Quería quitarle todo su sufrimiento y hacer que nunca volviera sentir dolor de nuevo, poder quitarle todos los tumores y dejarlo sano, poder vivir lo que debimos de haber vivido en alguna casa blanca cerca del atardecer. Juntos.

Siempre había sido un poco cínico cuando se trataba de amor, pero creo que una parte de mí pensaba que si el amor existe es algo irrompible; que si dos personas están realmente enamoradas, nada debe de ser capaz de separarlas. Estando sentado ahí mientras enviaba oraciones al vacío, pensaba que tal vez mi cínico corazón estaba en lo cierto.

No podíamos tener un «por siempre».

No podíamos quitarnos por completo el dolor de ambos.

Incluso si él sobreviviera a la operación, no podría salvarlo durante mucho tiempo.

Nuestro amor era un débil consuelo en un mundo que parecía ser siempre frío.

No podía obtener todo lo que quería para él y para mí, pero creo que el privilegio de amarlo durante seis meses fue más de lo que algunas personas pueden llegar a tener. Pensé en sus ojos, en la forma en cómo agarró mis dedos cuando yo era la única cosa que él podía recordar y sabía que en donde sea que Katsuki terminara me extrañaría tanto como yo lo extrañaría a él.

Sabía que no debería de aferrarme tanto a él, pero nunca había tenido otra opción. Hay algunas personas que amas por costumbre, porque ellos siempre han estado ahí y siempre lo estarán, son esas personas a quien puedes confiarles todo porque te conocen mejor que tú mismo.

Sostenme, me estoy cayendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora