Futuro 4.

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Al notar el cambio de entorno, logró deshacerse de la continua sensación de cansancio y abrirse paso al teléfono. Al menos, eso no había cambiado. 

    El primer pitido sonó por el aparato. 

   —¡¿Estás aquí?! —escuchó que gritaban desde abajo. Maldijo muy por lo bajo, se alegraba por dentro de no estar en compañía exclusiva de su soledad, pero eso no estaba planificado en lo absoluto.

   Tres pitidos, y el culpable seguía sin contestar. 

   La pelinegra, naturalmente, fue la primera en llegar a donde se encontraba. Seguida del chico. 

   —¿Fue...? —preguntó éste.

   —Sí —contestó, y todos se quedaron en silencio. Entró el sonido de la contestadora y decidió dejar un mensaje corto y claro—: Deja de meterte en esto. No lo entiendes. 

   Y colgó. 

Querido Paul. [McLennon]Where stories live. Discover now