"¿Vas a quitar tu mano de mis pechos para responder?" Pregunto luego de unos segundos de silencio.
Eustass quito su brazo y se sentó al igual que ella. La manta cubriendo solo de sus caderas hacia abajo.
"¿No me recuerdas?" Frunció su ceño confundido.
"No... " Pensó. "No recuerdo ni la mitad de mi pasado..."
"¿Debería?" Alzó una ceja mirándolo fijamente.
Un silencio, ambos mirándose.
Él tenía el cabello rojo revuelto y algunos mechones cayendo por su frente producto a no tener sus gafas, su pecho se mantenía firme y en sus hombros se podía ver indicios de marcas rojizas, provocadas por ella. Se veía sensual, si se lo preguntarán a la Sicaria.
Por otro lado, la menor se mantenía con pequeña marcas rojizas y moradas en su cuello, su cabello alborotado cubriendo sus pechos, sus labios hinchados y su blanca piel marcada. Recién tomada por el pelirrojo, quien yacía satisfecho por ello y perturbado por lo que sucedía ahora.
Ella no lo recordaba... ¿Como era aquello posible?
"¿Y bien...?" Insistió la chica, sintiendo como su piel estaba erizado por el frío que había en el ambiente.
Él fruncio su ceño.
"No importa" El mayor se levantó y vistió con su pantalón que yacía tirado junto a la cama.
"Si importa" Replicó ella a la vez que apartaba toda manta de su cuerpo y tiraba su pelo detrás de sus hombros, mientras alzaba la barbilla, en un gesto de molestia.
Kid la miro y negó suave. Ella no había cambiado en todos estos años.
"A menos que quieras zarpar junto a mi tripulación, te recomiendo que te vistas y bajes de inmediato del barco" hablo mientras colocaba su cinturón, armas y abrigo, para luego caminar hacia la puerta.
"No me iré hasta saber quién eres y porque me conoces" Específico ella, levantándose e interponiendose en el camino del pelirrojo.
"Aparta" Ordenó entre dientes, sintiéndose molesto por la ignorancia de la sicaria.
"No hasta que hables"
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La Sicaria Del Mar [Kid x Oc]
Hayran Kurgu"Nombre" la suave y fría voz se hizo oir. El hombre sonrió mostrando sus dientes podridos en oro. "Eustass Kid" contestó mientras deslizaba por la superficie de madera el cartel del susodicho. Oh, pobre desgraciado el nombrado. Una daga cayó sobre e...