Ojos

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Hay que mirar nuestros ojos, descubriendo miles de ventanas en cada uno de nosotros, comprendiendo el incomprensible sentimiento ajeno.

—Lo hice... ¡Lo logré! —vociferó el pequeño brócoli, saltando en su cama con la laptop en mano.

Katsuki entró de la cocina al cuarto para curiosear qué pasaba, dejando de lado su mandil.

—¿Qué tanto gritas? Eres un ruidoso.

—¡Al fin logré escribir un lemon decente! Fue difícil, pero estoy satisfecho —dejó la laptop en la cama y se levantó para estirar sus músculos.

—¿Qué diablos es lemon, de nuevo? —se aventó a la cama del pecoso para leer lo que sea que estuviese en la laptop.

—Bueno, es como porno pero escrito —Izuku estaba dándole la espalda, no había notado que el rubio tomó su laptop, cuando se volteó para explicar bien qué era el lemon se alarmó—. ¡No lo leas! —se lanzó para quitarle la laptop de las manos, cerrándola bruscamente.

—¿Porno escrito? Ahora comprendo por qué cincuenta sombras de Greg es sobrevalorada.

—Sí, lo que sea —respondió sin interés dejando la laptop en la mesita.—¿Por qué no me dejas leerlo?

—Porque es vergonzoso. No quiero que leas las cochinadas que escribí —miraba a todos lados menos a su amigo. Para colmo había escrito todo aquello de forma muy acaramelada, nada fuera de lo promedio, no llegaba a la altura de cochinadas que escribían otros.

—¡Tú viste las fotos que te tomé el primer día! Déjame leerlo —y es que la verdad tenía muchísima curiosidad de leer el porno escrito por su amigo, era intrigante.

—No.

—¿Por qué? La vergüenza es solo una excusa. Quiero ver qué tal escribe una porno alguien que no tiene experiencia —Katsuki lo decía en el sentido literario, había leído antes libros eróticos, quería leerlo porque Izuku dijo que no tenía experiencia escribiendo lemon. Aunque Izuku no lo tomó en ese sentido.

—¿Por qué asumes que soy virgen? —el pecoso frunció el ceño. Katsuki escupió por la risa repentina—. ¿De qué te ríes? —Izuku se avergonzó más de lo debido, cruzando sus manos y esperando que Katsuki terminara de ahogarse. Cuando se recuperó, se sentó de nuevo en la cama regulando su respiración, percatándose de la mirada molesta del pecoso.

—Me hiciste la noche... —dio un último suspiro, esperando no tener otro ataque de risa—. En serio ¿Eres virgen? Porque viniendo de ti no me sorprende.

—¿De qué te reías?

Katsuki se levantó de la cama, tomó de los hombros a Izuku y miró sus ojos fijamente.

—¿Eres virgen? —volvió preguntar por morbo, Katsuki amaba ese tipo de discusiones, porque hacían a Izuku avergonzar y enojar.

—Tengo veinticinco años, en mi adolescencia tuve varias novias ¿Tú qué crees? —le mantenía la mirada, en una pequeña guerra de intimidación.

—No las conozco ¿Por qué no me hablas de ellas? —la sonrisa cínica de Katsuki le daría miedo a cualquiera. Izuku hacía todo lo que podía para no apartar su mirada.

—B-bueno... —estaban sus nervios en demasía, comenzando a hacer que sus piernas temblaran un poco—. La primera fue Uraraka, éramos solo niños de catorce así que jamás hice nada con ella. Después conocí a Mei en la universidad, ya sabes, fue mi primer beso y esas cosas... y al final salí con Melissa, dos años mayor que yo... Desde entonces no he conocido a nadie más, y luego nos vinimos a vivir aquí —se hundió de hombros. Sus únicas tres novias habían sido las mejores a su manera, todas muy diferentes entre sí, aunque en eso se quedarían, solo en recuerdos.

—¿Con Mei o Melissa? —hizo la pregunta sin contexto, pero que en realidad ambos sabían a qué se refería.

—¿Qué cosa? —intentó disimular demencia.

—¿Con quién perdiste la virginidad? apuesto que la mayor, son siempre más atrevidas.

No respondió, solo le mantuvo la mirada mientras se sonrojaba por la vergüenza. Había sido descubierto, no podría mentir en algo tan serio.

—¿En serio aún eres virgen?—preguntó más con sorpresa que con burla.

—Sí ¿Y? ¿Qué tiene de malo? Yo siempre respeté la decisión de Melissa —se defendió, perdiendo por fin al desviar la mirada.

—Pff —se tragó la risa, intentando mantenerse serio para no herir la fragilidad del hombre—. No tiene nada de malo. Como dije, viniendo de ti me es normal —se hundió de hombros—. Solo que ahora me da más curiosidad leer tu limón. Juzgaré si está retratando la realidad bien, o si de plano parece una película porno barata escrita por un niño de trece años con padres machistas.

—¡Lemon! Y, además, no está basado en una película porno, intenté hacerlo lo más realista posible. ¿Y tú qué? ¿Juzgarás en base a tus experiencias?

—Síp. Te contaré de ellas —Katsuki instintivamente iba acercándose más a Izuku, porque quería emular su voz al hablar de las chicas—. La primera fue Mary, con ella me besé en cuanto nos hicimos novios, teníamos once, casi no la recuerdo. Después Jiro, Momo, Shōto, Camie, muchas otras irrelevantes. La última fue Toga, ella era una psicópata, capaz y aún tiene ganas de matarme por dejarla.

—¿Y tu primera? —preguntó bajito, mirando la barbilla de Katsuki, no podía mirarle a los ojos, para colmo lo tenía muy cerca.

—Camie. Era la de pechos más grandes —sonrió plácidamente cuando Izuku se dignó a mirarle una vez más a los ojos. Katsuki olvidó decir que Camie había sido su tercera novia, después de Momo. Ni siquiera recordaba el orden de sus parejas.

El sonrojo de Izuku se acrecentó con el silencio, borrando la sonrisa en el rubio, tensando el ambiente. La guerra de miradas ya no era bélica, ahora ambos parecían mantenerla por inercia.

Los ojos de Katsuki, a pesar de inspirar temor la mayor parte del tiempo, solo Izuku tenía el privilegio de verle como ahora. Tan tranquilo. En cambio, los ojos de Izuku siempre grandes y alegres eran muy rutinarios, pero cuando Katsuki le veía de esa forma, su mirada se tornaba un poco tímida. Provocadora, diría Katsuki.

—Déjame leer tu lemon —susurró, estando lo suficientemente cerca para que Izuku sintiera escalofríos. No respondió, asintió con la cabeza, solo quería que el rubio se apartara de ahí.

Dicho y hecho, se encaminó hasta la mesita para tomar la laptop, se sentó en su propia cama y comenzó a leer. No fueron más de treinta minutos, hasta que terminó el capítulo de ocho mil palabras. Era perfecto, le metía una trama, un trasfondo, le contaba quienes eran los personajes, sus aspiraciones y el porqué se enamoraron. Explicó con detalle cómo habían llegado a la parte del lemon, y sobre todo, narró el lemon como todo un experto.

Terminó, boquiabierto, definitivamente no era una película porno, era mucho mejor. Le hacía sentir "mariposas" desde el primer beso. Leer el lemon le había causado media erección.

Dejó la laptop a un lado, en silencio.

—Y... ¿Qué tal? —preguntó el pecoso ansioso y aún avergonzado.

—Iré al baño —fue lo único que dijo, levantándose con dificultad y saliendo del cuarto. Izuku había alcanzado a darse cuenta.

Se felicitó a sí mismo, había logrado excitar a alguien como Katsuki con su lemon, eso era indicio de algo muy bueno.

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