Manos

2K 424 46
                                    

Hay que tomarnos de nuestras manos, y dar un salto al mar desde el risco más alto, y salpicar del agua salada a todos quienes estén secos.

El nuevo libro de Izuku se había lanzado a la venta. De hecho, fue muy bien recibido, y gracias a ello Izuku logró darle cierta cantidad de dinero a Katsuki para ayudarle con los gastos de la casa. No era mucho dinero, pero funcionaba.

Un día, los dos chicos decidieron salir a algún lado, a ver qué podían hacer. Era bastante tarde, el cielo se estaba poniendo, y no tenían ganas de algo muy descontrolado.

No sabían a dónde ir exactamente, hasta que pasaron por la calle de la primera vez, por un pequeño bar.

—Kacchan ¿Recuerdas este lugar? Quisiera entrar —curiosamente jamás habían vuelto a ir por ahí, así que nunca entraron a ese bar.

—Sí lo recuerdo —entró primero, esperando no ver mucha gente dentro. Por gracia del señor, estaba casi solo. Ambos se dirigieron a la barra a pedir unas bebidas, esa noche Izuku pagaba.

—Aquí tienen, Gero —la chica que atendía era muy bonita, pero tenía ojos muy penetrantes y una forma curiosa de hablar.

—Qué extraña muletilla —señaló Katsuki una vez la chica se retiró.

—Creo que es muy linda —dijo Izuku en contraposición.

—¿En serio? ¿Planeas ligarla? —ambos mayores comenzaron a beber como los adultos que eran.

—Nah, la verdad no. No me interesa.

—Es porque eres un miedoso, sino ya lo habrías hecho —dio otro sorbo, ignorando la cara enojada de Izuku.

—¿Tú qué vas a saber? —le recriminó, señalándole con el dedo índice.

—Más que tú al parecer.

—Oh, cállate.

—¡No me calles! Maldito afeminado.

Se valieron de insultos por unos minutos, hasta que se acabaron su bebida y pidieron otra copa. La chica les servía sin interés alguno en conocerlos, cosa que no era común cuando iban a un bar en la ciudad, donde siempre les preguntaban nombres u oficios. Probablemente era el caracter de la chica, porque tenían la creencia de que en aquel pueblito todos se hablarían entre sí.

—Kacchan ¿Tú no has encontrado a ningún interés aquí? —preguntó más de forma casual que si en verdad le interesara.

—No, y tampoco lo planeo. Ya bastante tengo dándote de comer —comentó con la intención de molestarle.

—Jajaja, gracias —falló, consiguiendo su risa a cambio. Cuando Izuku tomaba alcohol el humor se le subía, tomándose todos los insultos como simples halagos.

—¿De qué mierda te ríes? Es en serio —frunció el ceño, elevando un poco la voz. Izuku se tensó enseguida, no quería recibir un regaño por ser una carga.

—B-bueno... —buscó alguna excusa dentro de su cabeza, que no estaba del todo bien puesta.

—Tengo que preparar la comida todos los días, aún cuando tengo que salir a trabajar, porque eres un maldito inútil que con trabajo puede hacer apenas un sandwich.

—Lo siento —decía bajito, pero Katsuki no se detenía.

—Puede que ya estés ganando dinero, pero no quita el hecho de que la mayoría de cosas salieron de mi bolsillo. Muy pocas veces me acompañas al centro a comprar, te la pasas encerrado en la casa. Eres tan irritante todo el tiempo, y sensibl-

—¡Lo siento! —gritó el pecoso, llamando la atención a más de uno dentro del establecimiento. Katsuki se calló, mirando al chico con bastante sorpresa—. Yo... yo prometo acompañarte siempre a comprar al centro... —dijo ahora con voz retenida, acercándose lo suficiente a Katsuki para que lo escuchara.

Momentos después Izuku se retiró con prisa, mirando sus propias manos con vergüenza. Katsuki tenía razón en todo lo que había dicho, quería enmendarlo, pero decir que lo acompañaría de ahora en adelante probablemente no fue la mejor opción. El rubio no había respondido desde entonces, mirando solamente como su amigo comenzaba a cohibirse.

Varios minutos de silencio fueron presentes ante los dos chicos, que siguieron bebiendo como si nada.

—Deku —el nombrado miró de reojo a su amigo, que se dignó a hablarle sin demostrar molestia en su voz—, no quise decir todo eso...

—¿Eh? —levantó la mirada, esperanzado a que fuese una disculpa.

—Prefiero que te quedes en casa a que me estés molestando en el centro —declaró en un tono divertido. Izuku no se ofendió pero fingió enojarse, dándole un pequeño empujón a Katsuki. Ambos rieron por lo bajo a causa de su infantil actitud.

—Pero ya hablando en serio —interrumpió Izuku su risa, poniendo una cara llena de curiosidad—. ¿Por qué no pretendes buscar a alguien? Ya sabes, alguna chica linda... Seguro es aburrido pasarla todo el tiempo a mi lado. Digo, deberías buscar una novia con la cual distraerte de vez en cuando —mientras hablaba se hundía de hombros para restarle importancia, creando un ambiente más casual.

Pero a Katsuki no le parecía casual en absoluto. Se escuchaba como una madre que intenta conseguirle pareja a su hijo más grande. No contestó, no tenía planeado hacerlo, sino tendría que mentirle.

Por supuesto que Katsuki tenía motivos para no buscar una nueva novia, y no se trataba meramente de un capricho. De hecho, se trataba del motivo por el cual había cortado con la que era hasta ese entonces su novia más sexy.

—¿Kacchan? —al no recibir respuesta llamó su atención, le parecía más que extraño no escuchar si quiera una objeción de parte de su amigo el quejumbroso.

Le miró a los ojos, Izuku reflejaba una creciente preocupación al notar la seriedad de Katsuki.

—Si no quieres hablar de eso está bien. Solo recuerda que te apoyaré en lo que sea, y estaré siempre cuando quieras hablar.

—No sé de qué hablas —terminó por callar el rubio. Imaginaba que Izuku decía eso porque creía que había algo muy serio de trasfondo en ese asunto, algo así como un pasado traumático respecto a alguna mujer. Como si fuera posible, Katsuki no sufriría por su propia existencia, menos por la de alguien más.

—¿Eh? Es que... no decías nada... —se excusó, sin tener un motivo realmente del cual sostenerse. Desvió la mirada hacia su vaso casi vacío, jugueteando el borde con uno de sus dedos.

Era tan difícil de procesar para el pecoso, que decidió ya no pensar en aquel asunto y simplemente ignorarlo, al igual que Katsuki.

Mientras jugaba con el vaso, pensaba si pedir una bebida diferente o la misma que había tomado hasta ahora. Por ahí decían que era malo combinar diferentes bebidas, pero tenía ganas de algo más fuerte. Una de sus manos descansaba sobre la barra, y alejó la otra del vaso para buscar a la mesera con la mirada.

No pudo completar la misión de pedir otra bebida, porque estaba recién ocupado intentando calmar los latidos asustados de su corazón. Su mano había sido invadida por el cálido tacto de Katsuki, que sin previo aviso le tomó y acarició con un rostro desinteresado.

Katsuki esperaba que eso fuera suficiente para que Izuku comprendiera el motivo por el cual no buscaría una novia, ni ahora ni nunca.

La mirada sorprendida de Izuku regresó al vaso, solamente para ocultar el rubor que invadía su rostro de forma inútil, Katsuki ya lo había visto todo.

Así, duraron con sus manos juntas un rato más, sin decir nada, sin moverse, sin pedir otra bebida.

NuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora