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Un agitado peli verde sostiene su mejilla, después de haber sido golpeado por el rubio.

No debí desobedecer, él esta muy molesto conmigo.

Molesto es poco, teniendo en cuenta el carácter del rubio cenizo.

—¿Cuántas veces te lo he dicho, Deku? Te dije muchas veces que no debes salir —su tono de voz es irreconocible para Izuku. Habla "calmado" cuando en el fondo se acumula odio, ira y rabia.

Izuku solloza silenciosamente, no sabe exactamente si arrepentido por desobedecer o dolido por ser la primera vez que su novio lo golpea.

—De cualquier modo, Deku, me aseguraré de que tu nunca más vuelvas a salir —sentencia.

— ¡No! Yo anhelaba tanto salir aunque sea un poco, Kacchan, no me pasaba nada malo allá afuera, yo gano mi propio sueldo. Lo que más anhelaba era ayudarte con... con los gastos de la casa —el peli verde suelta lágrimas pero sonríe vagamente— no sabes lo bien que me sentí al interactuar con otras personas, sentirme útil, era reconfortante saber que yo también puedo ayudarte.

Extrañamente el rubio cenizo permanece en completo silencio observando a Izuku, se le acerca lentamente tomándole del mentón para elevar su rostro logrando que lo mire a los ojos.

—Por eso mismo, Deku, no debes salir porque eres un inútil inservible, ¿le abriste las piernas a ese imbécil para que te deje trabajar? ¿Se la chupaste a todos esos tipos de ahí para que te asesorarán? Además, ¿quién va a querer a una basura como tú? Nadie, ni siquiera yo te soporto.

Las palabras duelen, Izuku lo supo siempre.

—No digas eso, Kacchan —sigue llorando mientras es obligado a ver directamente el rostro de Katsuki— yo realmente quiero seguir trabajando, quiero ayudarte.

El pecoso se suelta delicadamente del agarre del rubio y es cuando la bomba de tiempo que es Bakugo Katsuki, estalla.

—¡Ven aquí maldito inútil! —lo agarra bruscamente y con el puño cerrado empieza a golpearlo.

El pobre chico cae al piso y Bakugo se le sube encima propinándole más golpes.

—¡Suéltame! —grita, al ser un doncel que equivale a una fémina, no posee mucha fuerza física.

El rubio no piensa con coherencia, todo su ser está completamente dominado por furia que empieza a desgarrar la ropa del doncel. Lo siguiente no es más que golpes, arañazos, brutalidad y salvajismo.

Izuku está con el labio y cejas partidas; sus ojos ya están de un tono morado y de sus heridas brotaba sangre. No solo recibió golpes en el rostro, Katsuki ha golpeado varias veces su cabeza contra el suelo, además de tener hematomas en tórax y brazos.

Pocos minutos después, al ver que el doncel ya no se mueve, se detiene. No quiere ir preso por asesinato.

La respiración del rubio está totalmente agitada, tratando de procesar lo acontecido, en el fondo no puede creer lo que acababa de hacer, totalmente aturdido ve como el maltratado peli verde apenas puede respirar, los ojos del chico se entre abren dejando ver sus dilatadas orbes verdes mientras son atacados por las lágrimas que simplemente descienden sin tregua por sus golpeadas mejillas.

Esa escena debía haber golpeado la conciencia del rubio provocándose el mayor remordimiento pero sucede todo lo contrario.

Una erección se forma en sus pantalones.

—Es tu castigo, Deku —trata de auto convencerse de que lo que hará a continuación es correcto.

La condición de ambos chicos no es la mejor en este momento, el rubio no piensa con coherencia y el otro se encuentra inestable física y emocionalmente, no puede respirar bien, no puede oír nada, su visión está borrosa, si habla podía desgarrarse las cuerdas vocales y su fuerza es nula.

Una presa fácil para el rubio.

El instinto salvaje domina a Katsuki, quien rompe el resto de la prenda superior del indefenso pecoso dejando su torso al descubierto, adornado de muchos moretones y hematomas de tres tonalidades que se diferenciaban entre verde, morado y negro.

Sus labios se dirigen al cuello del chico, mordiendo con fuerza moderada, logrando sacar leves quejidos del otro chico. Continúa atacando el cuello mientras sus manos palpan más puntos que logren estremecerlo de dolor y, es que el rubio se pone más duro cada vez que Izuku suelta lastimeros llantos indicando inconscientemente que cada toque del rubio es muy doloroso.

El rubio lleva más allá de lo pensado sus propios actos; despoja del resto de sus prendas a ambos, dejando a Izuku completamente desnudo, él solo conserva sus pantalones puestos.

Sin nada de delicadeza separa las piernas del chico y sin previa preparación ni lubricante, lo embiste a lo rudo, de ese modo saca un fuerte grito de dolor del pobre pecoso.

En el piso de la sala, Midoriya Izuku vive el mayor infierno de su vida.

En medio de gritos, arañazos y forcejeo el joven se desmaya, simplemente no puede soportar el dolor. Aquello le da la libertad a Katsuki de seguir con sus fuertes embestidas al frágil cuerpo, terminando dentro de este sin considerar la característica que el joven posee.


    │││ 


La noche y la oscuridad reina ahora, los párpados de un chico, víctima de toda clase de abuso, se abren lentamente.

No está en su cama, sigue en el frío y duro suelo, todo su cuerpo duele así como su respiración es agitada.

Trata de levantarse en varias ocasiones sin éxito hasta que lo logra, con mucho dolor de por medio nota que está desnudo, entonces los recuerdos llegan a él como dolorosas dagas en el pecho, sus ojos resecos, rojos e hinchados ya no pueden producir lágrimas pero el dolor emocional supera a su dolor físico. Está ahí, diciéndole que su dolor era obra de Katsuki, su novio.

Jamas consideró terminar con él. No lo hizo antes y, no lo está haciendo ahora.

Esa necesidad de aferrarse a alguien y el temor de estar solo pueden más.

Apoyándose en los muebles y paredes logra llegar hasta la habitación que comparte con Katsuki y allí lo encuentra, desparramado en toda la cama, totalmente dormido con el torso descubierto y la bragueta abierta.

Su simple presencia dormida ahora lo aterra.

Toma unas prendas holgadas que lograran cubrir gran parte de su cuerpo, unas toallas y se mete al baño.

No quiere verse al espejo, su roto corazón no lo soportaría.

El baño es muy incómodo, su piel está tan maltratada que el agua lo siente como agujas deslizándose por su piel.

Una vez vestido, sale; el aire lo está sofocando, no quiere estar un segundo más en el mismo lugar con el causante de sus lágrimas que nuevamente brotan después de haberse hidratado. 

Tratando de ignorar el dolor en todo su cuerpo se dirige a paso lento a la sala donde sus lágrimas se incrementan; toma una pequeña bolsa con basura y sale al exterior con dirección al ascensor y luego a la calle, más específicamente los contenedores de basura donde deja ahí la bolsa, con total dificultad se sienta en la oscuridad y se permite llorar en silencio.

No sabe cuánto tiempo ha estado llorando, el sonido de un auto llegando lo hace calmarse un poco pero no dejar de llorar ni mirar al individuo que estaciona el vehículo.

—¿Midoriya? ¿Qué haces aquí? ¿Estás llorando? ¿Estás bien?

No Es Mi Hijo  MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora