Especial

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Enji no tuvo un manual de cómo ser un buen padre, él en compañía de su esposa criaban a sus hijos guiados por sus principios y de este modo construyeron un bello hogar con estilo japonés antiguo. La felicidad reinaba en ese hogar y el menor de los Todoroki radiaba con solo ver la sonrisa de su familia.

Un fatídico día la bolsa económica de Japón cayó por los suelos azotando todo Japón, ni los economistas más celebres lo habían visto venir, haciendo quebrar a muchas empresas y dejando sin empleo a miles de personas, entre ellos Enji.

Las consecuencias fueron devastadoras, las familias que tenían deudas bancarias lo perdieron todo.

Enji agradeció que sus posesiones fueran propias, pero de igual manera tenía pena por las demás personas. Con la crisis económica vino la subida de precios y la escasez de alimentos, por lo que les daba de su plato a los niños cuando pedían más comida, pronto eso se acabó y Enji se abatía ante las quejas de sus hijos por el hambre, pero no se rendía, al igual que miles de personas salía a buscar trabajo, pero no encontraba nada.

La desesperación y angustia lo llevó a cometer algo intolerable para él, robó a un hombre mayor que pasaba por un callejón oscuro. El dinero que portaba el caballero alcanzaba para abastecerse de alimentos por tres días considerando lo costosos que resultaban.

Esa noche vio con pesar como sus hijos cenaban apresurados por el hambre que los carcomía, el no comió nada repartiendo su plato en cuatro porciones para los menores quienes se lo terminaron gustosos.

Ya con los niños en cama, la señora Todoroki bajó con su esposo quien miraba la estrellada noche en la oscuridad de su sala.

—Hice algo malo para que comieran curry, soy un monstruo —habló un deprimido Enji.

—No importa —susurró la mujer tratando de ser comprensible con las penurias de su marido.

—Sí importa, mujer, yo robé, le robé a un hombre su dinero para que mis hijos tuvieran que comer —atormentado se cubre la cara con las manos tratando de ahogar sollozos.

—No importa querido porque sé que lo hiciste por el bien de los niños, sus caritas han tomado color después de haber comido mal por una semana entera —susurró la albina mientras acariciaba la espalda de su angustiado esposo.

—¿Acaso no entiendes las circunstancias mujer? He hecho algo malo, santo cielo, ¿quién sabe si ese dinero era todo lo que tenía para abastecer a su familia? Soy un horrible monstruo.

La mujer pone la cabeza de Enji en su pecho abrazando la gran espalda de su esposo con ternura. — Desahógate conmigo, cariño.

—Soy un monstruo, ¿Qué clase de padre soy que hago que mis hijos pasen hambre? No puedo ponerles un buen plato decente de comida, es mi culpa, nosotros no hemos pasado hambre en nuestra infancia, pero ellos lloran por el apetito, soy un mal padre y esposo —Enji no resiste las lágrimas y llora sus penurias.

—Deja de decir que eres un monstruo, lo hiciste por tus hijos, no te reprimas cariño. ¿Cómo era ese hombre?

—Era mayor que yo, pero no llegaba a la longevidad, vestía un costoso traje y fumaba un habano.

—Era rico.

—¿Qué?

—Era un hombre adinerado, por la descripción que me das ese hombre es adinerado.

—No quita el hecho de que hice algo malo.

—Tampoco quita el hecho de que lo hiciste por tus hijos, cariño.

No Es Mi Hijo  MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora