Mile-high City

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Dormir es mi actividad favorita recientemente. Es la única forma de desaparecer en el mundo y tener el poder de teletransportarse hacia cualquier lugar; y en cualquier tiempo. 

Puedo volver al pasado, y cambiarlo.

O puedo ir al futuro, y observar.

-Ben, despierta. -me llamó suavemente, Arianne, mientras me agitaba los hombros. Estaba de pie con la mochila caída sobre su hombro izquierdo y la maleta en su mano. Detrás de ella las personas del vagón pasaban por el pasillo. 

-Que... ¿Qué ocurre? ¿Hemos llegado? -pregunté algo somnoliento y desee morir porque me viera con esta cara. 

-¿Puedes dejar de calentar el maldito asiento? ¡Tenemos que bajar! -gritó y abrí los ojos de par en par. 

Tomé la mochila acomodada sobre mis pies y la sujeté para salir de allí junto a Arianne. El humor de las personas había cambiado totalmente a palabrotas y empujones para salir primeros. 

-Dios, esa gente no tiene clase. -rodó los ojos. Inhaló y exhaló profundamente en cuanto nos alejamos de la multitud de pasajeros que salían disparados del tren como estudiantes en clase de matemáticas. 

-Como si tu la tuvieras. -bromee y Arianne arqueó las cejas, sorprendida. 

-¿Qué es eso de mostrarse completamente antipático, tímido y asustado niño a un chico acorde a su edad con humor y un poco de carisma? 

Esta vez me tocó arquear las cejas a mí.

-¿Debería sentirme ofendido? 

Arianne se encogió de hombros y la situación se volvió incómoda. 

-Espera. -me atreví a mirarla más de lo usual. -¿Estamos en Denver? 

-¡Bienvenido a Mile-High City! -gritó, extendiendo los brazos en el aire y sonriendo. 

Debía reconocer que Arianne era una chica preciosa. Cuando sonreía, pequeños hoyuelos se atrevían a llamar mi atención como la luz de las estrellas en la noche. Sus dientes eran pequeños y bien cuidados, daban a lucir una chica bastante estructurada. 

Miré a mi alrededor, e intenté sonreír. Todo mi alrededor era un sitio desconocido, rodeado de personas desconocidas. Muchos eran recibidos por sus familias o parejas. Sin embargo, Arianne y yo estábamos varados en el mismo sitio; alejados de todos y en una situación que, por lo menos para mí, era un poco incómoda. 

Varios chicos disfrazados de personajes que desconozco nos reciben extrañamente y nos regalan pequeñas banderas del estado de colorado acompañados por folletos de un concierto de jazz.

-¡Muchísimas gracias! -soltó Arianne, y me tomó de la mano para largarnos de allí. Luego de un rato de silencio, agregó: -Ben, ¿A tí te gusta el jazz?

-Siempre hay una primera vez, supongo.

-Genial. Podemos ir juntos, ¿No crees? -le miro de reojo y entiendo  que me está invitando a salir. -Oh, no me malinterpretes. Sabes que estoy con Ryan. -se mordió el labio y noté algo de tristeza en sus ojos. Pienso que lo extraña mucho. -Es solo que... no conocemos a nadie y, no sé tú pero me gustaría ir. 

Arrugué la nariz, hacía demasiado frío y comenzaba a sentirme más congelado que hacía un momento. 

-Arianne... -murmuré, no sabía qué más decir.

-Olvídalo, no tienes por qué ir si no quieres. 

-No, no. No me refería a...

-Ya, Ben. 

Sentí una horrible punzada en el corazón, de nuevo.

-Arianne, escucha. -intenté que mi voz sonara más dura con el fin a que no me interrumpiera. -Iremos. Pero debes preguntarle a Ryan primero, no quiero problemas.

Había dado un paso al lado de Ryan y, no quería que pensara cualquier situación. Solo era un simple invitación y no quería que se sintiera mal.

Arianne asintió, 

-Oh, dame un momento. -se apartó en cuanto su móvil comenzó a sonar con una canción de Arctic Monkeys. 

A pesar de sus palabras, seguí caminando. Arianne era una chica amistosa, bastante segura de sí misma para pasar tiempo con un extraño. ¿Qué haría Arianne en este lugar? ¿Había dejado al amor de su vida para visitar Denver?

Aquí la nevada era más leve que en mi casa, donde casi no se podía caminar. Las personas abrigadas llevaban gorros de lana en la cabeza con parches y tejanos oscuros con camperas gigantes. Parecían personas rechonchas caminando. 

-¡Hey! -sentí los gritos de Arianne y me detuve. Las ondas de su cabello estaban más alborotadas y su labio inferior temblaba. -¿¡Por qué avanzaste!? Mi llamado sería MI excusa, no la tuya. 

-¿Acabas de delatarte, Arianne? -sonreí y se ruborizó. Parecía cansada.

-Sigues siendo un niño, Ben. -rodó los ojos. -¿A dónde te diriges con tanta prisa que no puedes detenerte un segundo?

Mierda. 

¿Había sido una buena idea ir a Denver? ¿Dejar que el tren me llevara a mi próximo destino? 

Arianne espera una respuesta. Necesita conocer a alguien en este sitio desconocido y me ha elegido a mí. ¿O el destino nos ha elegido a nosotros? 

Estoy asustado sobre lo que puede pensar. Quizá piense que soy inmaduro. Pero, vamos. ¿Por qué debería importarme?

-Soy un niño antipático. -me limité a decir y a tomar su maleta. Sus ojos demostraban agradecimiento por tal gesto.

-Y como tal niño, necesitas un hogar. -comentó entre el ruido del pasar de un avión. Lo observó hasta que se fue y volvió su vista hacia mí. -Me dirijo hacia la casa de mis tíos, ¿Crees tener tiempo para estar con nosotros un rato? 

-¿Cómo? -no podía creer que era real. -Eh, digo, claro.

-Sabía que no te negarias.

-¿Tan segura de ello?

-Siento que te conozco, Ben. -no lo haces, soy Sky, Ben es un personaje creado para sobrevivir en Denver. -Además, no tienes a nadie aquí.

-Te he dicho que...

-Que esperas a alguien, lo sé. -tiene la habilidad perfecta para interrumpirme. Tomó mi mano y nuestras miradas se cruzaron unos instantes. 

Sus ojos esmeralda atravesaron mi alma y sentí ganas de correr y escapar de aquella situación. No me iba bien en el juego de miradas. Más con ese tipo de miradas territoriales y algo aterradoras. Arianne sabía bien cómo intimidar a alguien. Su cabello ondulado se inclinaba a dirección opuesta de la brisa que ya empezaba a tomar fuerza y le daban un look rockero y decidido. 

-Y no te creo. -habló, por fin. ¿Echo a correr? Diablos. ¿Qué rayos debo hacer? Piensa ya, vamos, Sky. Extrañamente su mano me toma con fuerza, y no me deja ir. -Ben, necesitas a alguien con quien pasar el rato. -¿Lo dice en doble sentido? No entiendo a las chicas de ahora. -Conocí a alguien como tú y no tuve la oportunidad de ayudarle. No pienso perder esta oportunidad.

-¿Por qué? -la rabia se acumulaba en mi interior, y en mis mejillas el calor empezaba a acrecentar a pesar del temporal. -¿Crees que hablándome amistosamente harás que me sienta mejor, eh? No necesito tu maldita lástima o lo que sea que sientas. Puedes conseguirte a alguien mejor que yo para conocer Denver. 

Y dicho esto, solté su mano para echar a correr. 


Locked in my mindWhere stories live. Discover now