2- Los planes, ¿simples o no tanto?

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La estación de la línea de D del subte era un escenario típico de una película de suspenso. Papeles de todo tipo desparramados a lo largo del anden, personas impacientes anticipando la llegada del vehículo, y el incesante ruido del subte a lo lejos. Odiaba tomar el transporte público. Debería comprarme un auto. ¿Es un chiste? Apenas podes pagar el alquiler del mini departamento donde vivís, ¿y estas pensando en comprarte un auto? Me dije a mi misma.

El subte llegó y las personas que lo esperaban se abalanzaron sobre la puerta. Me subí a el entre la muchedumbre y recorrí el tren con la mirada con la esperanza de encontrar un asiento. Sin embargo tuve que viajar parada hasta la estación 9 de Julio, donde mi recorrido finalizaba.

Se preguntarán qué estaba haciendo por ahí. Buscaba un trabajo mejor. Mi tarea como secretaria del típico jefe con bigote que toma mucho café y lo único que debes hacer es atender el teléfono me resultaba insulso. Yo era apasionada de la danza. Siempre había querido ser bailarina, pero nunca había tenido esa aprobación por parte de mi familia. Por ende, decidí llevar una vida más bohemia. Pero al fin y al cabo me terminé dando cuenta que eso no era realmente lo que quería. Yo deseaba perseguir mi sueño, y nunca era demasiado tarde para intentarlo.

El teatro Colón estaba buscando bailarinas sin demasiada experiencia para un ballet que se presentaría dentro de seis meses en Francia. Era una excelente oportunidad para enriquecerme tanto económica como culturalmente, realizando una actividad que realmente adoraba.

Una vez en el el teatro, estaba lleno de chicas como yo. La mayoría delgadas y de media estatura. Me sentía confiada, ya que las bailarinas por lo general solían ser de estatura baja y de bajo peso (como yo).

Había varias personas sentadas observando a cada una de las participantes. Lo único que se debía hacer era seguir una pequeña coreografía que una bailarina te mostraba antes de comenzar la audición.

Esperaba mi turno nerviosa pero con ansias.

"Lucía James, presentarse al escenario." Escuché por un parlante.

Me presenté con los zapatos de ballet en mano y me los coloqué rápidamente. Me había tocado una obra de mis favoritas: El Lago de los Cisnes.

Fue el primer ballet que hice, cuando tenía apenas 4 años. Me trajo unos recuerdos bellísimos de mi infancia.

La bailarina me mostró la coreografía, la cual me resultó un tanto difícil, pero al fin y al cabo pude seguirla, y creo que no me fue tan mal.

Me retiré del teatro con la esperanza de recibir un llamado en los próximos días.

Moría de hambre, pero no pensaba gastar una suma bastante importante de dinero, considerando mis ingresos mensuales, en un combo de comida ultra grasosa e hiper alta en calorías en lugares de comida rápida.

Opté por un local pequeño de comidas caseras y me senté en una mesita.

El mozo se acercó sin mirarme a la cara

-¿Qué te traigo?-Dijo sin aún levantar la vista.

-Mmm, una empanada de pollo y otra de carne, por favor. ¡Ah! Y un agua sin gas. - Le pedí amablemente.

Levantó la vista luego de anotar, y pude ver finalmente su cara. ¡Era el chico del 16!

-¿Lu? Wow, ¡te cruzo por todos lados!-Dijo sonriendo.

Al mirar el delantal que tenía puesto, pude observar que llevaba un cartel con su nombre: Tadeo.

Bueno, me parece que Tadeo es nombre de chico lindo, pensé riendo.

Me trajo la comida y por si fuera poco me hizo un descuento.

Creo que después de todo, estaba enamorada...

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