3- Encuentro con lo inesperado

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Volvía de la audición nuevamente por la línea D. La boletería estaba cerrada y para mi suerte, ya que no tenía más saldo en la SUBE, los molinetes no funcionaban.

Conseguí viajar gratis y sentada. Sentía que el día dentro de todo no había sido tan malo.

En un abrir y cerrar de ojos estaba en la estación en donde debía bajarme.

Había llegado rápido a casa. Rogaba que el encargado estuviera para no tener que sacar las llaves de la mochila. Por mala suerte, no fue así, y tuve que husmear en la mochila hasta encontrar el bendito manojo.

Una vez dentro del ascensor, noté que me faltaban mis zapatos de ballet. El ascensor llegó al piso 23. Cerré la chirriante puerta con bronca y abrí la de mi departamento. La cerré con mucha fuerza, y tirada en el piso de la cocina, comencé a llorar.

¡Voy a vivir el resto de mi vida pagando con mi paupérrimo sueldo esta miseria! La única oportunidad que tenía para alcanzar mi sueño ¡la perdí! ESTÚPIDA, TORPE, DISTRAÍDA.- Grité al vacío desconsolada.

Un rato después, alguien llamó a la puerta. Sin preguntar quién era y con el maquillaje corrido, abrí. Era Tadeo. Creo que en ese momento estaba deseando que un camión me pasara por encima. No quería que me viera así. Sin embargo, ya era tarde.

-Lu, hoy en el restaurante te olvidaste esto, ¿por qué lloras?- Y me alcanzó una bolsa.

Resfregandome los ojos y sin responder, tomé la bolsa. Y pude ver dentro ¡mis zapatos!

Comencé a llorar aún más fuerte y lo abracé.

-Gracias, simplemente ¡gracias! No sabes todo lo que significan estos zapatos para mi.- dije sonriendo y secándome las lágrimas.- Vení, quédate un rato- dije deseando que aceptara.

-Seguro- dijo Tadeo contento.

Corrí al baño a lavarme la cara mientras el me esperaba en la cocina.

Cuando volví, Tadeo me ofreció ir a su departamento.

-¿Qué te parece si vemos una película y comemos comida china?- dijo él amablemente.

-¡Me encanta la idea!- dije encantada.

Tomé de la alacena dos chocolates que tenía, y cerramos la puerta de mi departamento.

Fuimos al piso 16, donde se encontraba su departamento.

Presentía que la noche sería buena.

La realidad es un baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora