Una semana después de sólo ensayos y funciones, las cosas se complicaron.
Tadeo comenzó a sentirse mal. Un dolor de panza infernal lo atormentaba.
'Por favor que no sea la enfermedad que nos alertó el consorcio..' pensé.
Lamentablemente, era esa.
Entonces comencé a ausentarme a los ensayos y las funciones. Quería quedarme a cuidar a Tadeo. Y así lo hice por diez días.
El día 10, Tad mostró una mejoría notable. Me levanté de su lado por un momento a prepararle un té.
Mientras estaba en la cocina, lo escuchaba toser. Ya estaba volviendo a la habitación con la taza caliente en mano, cuando escuché como agonizaba de dolor.
-¡LU!
La taza caliente se me cayó al piso del susto. Corrí a la habitación sin darle importancia a la infusión derramada por todo el suelo.
Tadeo estaba pálido, tirado en el suelo. Llamé a una ambulancia.
Llegó rapidísimo y se lo llevaron.
No podía parar de llorar. Me sentía culpable. No sabía por qué, pero lo hacía.
Seguí a la ambulancia con un taxi.
A Tadeo le dieron una habitación, y a mi me permitieron que me quedara con él durante el horario de visitas. Luego, tenía que marcharme.
Al día siguiente fui a verlo al hospital. Tadeo estaba un poco mejor.
Cuando estaba con él, trataba de mostrarme fuerte. No quería preocuparlo, tal vez eso podía hacerle peor. Pero cuando estaba sola, lo único que hacía era llorar.
'Por favor, Tadeo, no me dejes. Eres lo único que me impulsa a seguir cuando sólo quiero parar.'
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La realidad es un baile
Novela Juvenil¿Cuántos minutos se puede permanecer bailando en una realidad tan irreal?