Una vez en el departamento de Tadeo, nos sentamos en su cama. Y comencé a llorar desconsoladamente. No podía soportar tanta presión sobre mi. Me estaba exigiendo demasiado. Pero no quería abandonar mi sueño.
Él me dio uno de esos abrazos que hablan por sí solos, aquellos que de tan sólo sentirlos puedes entender que te dicen que todo va a estar bien. Comenzó a hacerme caricias en la espalda. Primero, sobre la ropa, y luego, debajo. Entonces apoyé mi cabeza contra su pecho y pude sentir el latido de su corazón. Latía rápido pero tranquilo. Y me di cuenta que me quería. Y de que yo lo quería aún más.
Extrañamente, me relajaba estar
con él así. Tadeo lograba calmarme cuando no podía hacerlo ni yo misma.
Entonces surgió la "primera vez". Si, tuvimos relaciones. Fue realmente tierno. Fue con amor. No de esas relaciones de pendejos que estás con las hormonas por los aires, fue real.
Disfrutaba de sentirlo junto a mi. El calor de sus besos y la suavidad de sus cariños eran todo lo que necesitaba.
Entonces, luego de un rato, Tadeo me observó. Y la primer frase que soltó, después de nuestra "primera vez", fue:
-Estás llena de lunares.
Reí.
-Me gustan tus lunares, Lu.- sonrió y me dio un beso en la oreja- me gustas.
-Te amo, Tad.
Dormí por primera vez en su cama, con él.
Me levanté a la mañana siguiente, y por suerte ese día no tenía que ensayar. Tadeo ya se había levantado, y al verme despierta corrió al cuarto con su guitarra y una cantidad ínfima de papeles.
-Tengo algo que mostrarte...- dijo sonriente.
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La realidad es un baile
Ficção Adolescente¿Cuántos minutos se puede permanecer bailando en una realidad tan irreal?