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«No podía prever las pruebas de ADN. Nací en otro siglo. Ahora tenemos ese tipo de tecnologías y métodos modernos: antes no existían. Si no hubiéramos llegado a este nivel de desarrollo de examen genético, no estaría aquí».
Mikhail Popkov[1]
Antes que nada deben olvidarse de que un asesino en serie, psicópata de libro, sea un monstruo: es una persona como nosotros. O casi...
A veces cuesta asumir que la maldad también forma parte de la naturaleza humana. Aunque basta que le echemos un simple vistazo al periódico o que miremos durante algunos minutos el informativo, para que las almas sensibles se depriman. Sin embargo, sí que tiene unas particularidades que es menester considerar como paso previo al estudio de Mikhail Popkov, El limpiador.
El psicópata asesino no es un enfermo mental: comprende qué está bien y qué está mal, simplemente opta por el segundo camino en la consecución de sus objetivos. Lo que tiene es un trastorno de la personalidad, cuyas causas son biológicas o como resultado del ambiente en el que se crio o bien ambas situaciones. Cuando hay un «defecto de fábrica» las conexiones cerebrales no funcionan como en la mayoría. Para decirlo de una manera sencilla y que se comprenda, la corteza prefrontal del cerebro, que hace que analicemos las situaciones antes de actuar, de acuerdo a nuestras experiencias de vida, en él es deficiente y, por tanto, ante un estímulo la zona básica y primitiva (la amígdala cerebral) actúa con muy poco freno.
Cuando el hombre vivía en las cavernas y tenía que protegerse, por ejemplo, de un mamut que lo atacaba, gracias a esto reaccionaba rápidamente escondiéndose o hiriéndolo con una lanza y esta respuesta instintiva, sin análisis previo, le salvaba la vida. Era cuestión de segundos perecer o vivir. Hoy, en nuestras sociedades modernas, el «estado reptiliano» del psicópata, que sigue sus instintos primarios sin examinarlos demasiado o que los satisface sin reflexionar en las consecuencias, lo convierte en el depredador de la especie.
Las características de quien posee este tipo de trastorno son de dos tipos. Empezaremos por las que se relacionan con el aspecto emocional y las interacciones: carece de la habilidad para empatizar y ponerse en el lugar de los demás, de sentir pena o arrepentimiento, de tratar al otro como le gustaría que lo tratasen a él. Puede tener un cociente intelectual de doscientos, pero, al carecer de inteligencia emocional, fracasa una y otra vez. Se expresa de forma que caiga bien, con un encanto superficial que emplea la mentira como medio normal de intercambio, para conseguir lo que quiere o simplemente porque al engañar logra sentirse superior.