«Si no se quema a las brujas, el número de estas furias engrosará tan inmenso mar, que nadie vivirá a salvo de sus encantamientos y hechizos».
Georg Pictorius[1].
A lo largo de la Edad Media se construyó el estereotipo que, a partir del siglo XVI, originaría La Gran Caza de Brujas. Fue un proceso lento en el que se fusionaron antiguos mitos paganos, nuevas elaboraciones intelectuales, declaraciones judiciales durante los procesos por herejía y miedo hacia los fenómenos naturales típicamente femeninos de los que el género masculino se sentía excluido.
Desde la Antigüedad el ser humano sintió la necesidad de controlar el mundo que lo rodeaba y practicó la magia ritual o ceremonial. Era muy distinta del concepto brujería ya que el mago, por medio de conjuros, llamaba a los demonios y los obligaba a que trabajaran para él, siempre invocando el nombre de Dios. Los atraía mediante el sacrificio de algún animal o con carne e, incluso, consideraban que resultaba factible atraparlos en un anillo o en un espejo. A partir de la difusión del cristianismo la mayoría de los practicantes eran clérigos, puesto que disponían de los libros y de la cultura suficiente como para estudiarlos.
Durante siglos el mago y la maga gozaron de renombre y acompañaron a los gobernantes, ayudándolos en la toma de decisiones. Pero alrededor del siglo XIV la posición de la Iglesia cambió y los equiparó a los herejes. Sus prácticas debían ser erradicadas porque involucraban a los demonios, enemigos de Dios y rivales por obtener almas.
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Grandes criminales de la historia
RandomConoce a los grandes criminales que, por uno u otro motivo, dejaron su marca en las páginas más oscuras de la historia.