Ha pasado poco tiempo desde que Fingon se atrevió a hacer aquello que nadie más pudo atreverse, ir a rescatar a uno de los hijos de Fëanor. Con esta asaña logró dispersar un poco la enemistad entre las familias, sin embargo, los hermanos de Maedhros aún guardaban un poco de rencor sobre sus primos.
La conmoción que siguió al rescate de Russandol duró un par de días, sus hermanos se turnaban el cuidado del heredero del trono de la casa, y lo sanaban con su magia. Mientras tanto, fuera de la habitación de mármol decorada con plantas jóvenes, esperaba un impaciente Fingon, quien sentía un poco de incomodidad al compartir habitación con los hermanos de Maedhros. Y cómo no, si las miradas de ellos apenas mostraban gratitud. Claro que estaban felices de que su hermano estuviese a salvo, pero era la envidia de no haber sido ellos los héroes lo que les impedia sonreírle a Fingon.
Era el turno de Amrod y Amras, nunca el uno sin el otro, de cuidar a su hermano. Poco lo cuidaban en realidad. Sólo contaban aventuras entre ellos y se peleaban de vez en vez. Estaban encargados de la noche, justo para darle la cena a Maedhros. Y ellos siempre se codeaban antes de entrar a la habitación, al ver a Fingon afuera, esperando, y se reían entre ellos. No de mala manera. En realidad, a ellos les agradaba mucho Fingon, pero les resultaba interesante ver hasta cuándo el joven elfo se hartaría de esperar una "oportunidad". Ellos le darían esa oportunidad sin pensar pero Fingon no se atrevía a hablarles. No aún.
— Hermano, aquí está la cena—dijo Amrod, acercando la bandeja de plata a la mesita de a lado de la cama. Maedhros tenía los ojos cerrados, no estaba dormido, sólo pensaba un poco (o mucho). — Todos se están volviendo muy pesados con sus turnos, ¿no?
— Deberían saber que, fuera de las tierras de Morgoth, sabes cuidarte muy bien— concluyó Amras, mientras rodaba los ojos después de hablar.
Russandol sólo soltó una suave carcajada y tomó el plato hondo que había en la bandeja. Era una sopa deliciosa que Galadriel preparaba en ocasiones especiales, una sopa para los mismísimos reyes, hecha con hierbas y setas y agua de la más clara de los bosques. Empinó lentamente el plato y comenzó a sorber del delicioso manjar. Era, definitivamente, su sopa favorita. Pero alguien más, hace muchísimo tiempo, sabía prepararla mejor y ese recuerdo hizo que lanzara una pregunta escencial a sus hermanos:
— Por cierto... ¿Dónde está Fingon?— ambos hermanos se miraron y soltaron una carcajada cómplice, como si se pudieran leer el pensamiento mutuamente. Maedhros frunció el ceño. Odiaba que los gemelos se comunicaran casi a través de magia para burlarse de él.
No contestaron, pero Amrod asintió a su hermano y éste se puso de pie y abrió la puerta, hallándose como esperaba, a su primo de cabellos negros. —Quiere hablar contigo— dijo Amras con una sonrisa de basta satisfacción, como si compartiera el alivio de Fingon al ser llamado.
Fingon se sobresaltó un poco, no esperaba que los hermanos del pelirrojo lo invitaran a pasar. Tenía el cabello trenzado de varios puntos de su cabellera y amarrado en una cola de caballo, dos mechones de cabello le caían a los costados del rostro. Era un aspecto bastante descuidado para tratarse de él, pero es que no cuidaba su aspecto porque quería cuidar de algo más en ese momento. Se puso de pie velozmente e inclinó un poco la cabeza en señal de gratitud por la invitación. Amras suspiró ante el gesto. Es que debía ser él quien agradeciera, y lo hizo. Antes de que Fingon cruzara por completo la puerta, el gemelo susurró gracias, y salió dejando la puerta abierta para su hermano. En seguida, Amrod, que estaba sentado en un costado de la cama, se puso de pie y caminó hasta la puerta.
—Te dejaremos esta noche. Ya estás mejor — dijo, dando a entender que no volverían en toda la noche, en todo su turno. Le dedicó una sonrisa a Fingon y salió junto a su hermano.
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Bésame más.{Russingon}
FanfictionPoco tiempo ha pasado desde el rescate de Maedhros, y Fingon ha dedicado cada día y cada noche desde entonces a cuidarle. Y tanta cercanía le hará recordar sus sentimientos, aquellos que intentaba suprimir desde hacía tiempo. Y el hijo de Fëanor no...