Y esta noche estamos volando más alto que el Empire State. Me inundo de luces y colores que bailan, que se pierden y se reencuentran. A veces es como la pasión y se ve muy unido, otras aparecen el cielo y los árboles y saltan todos juntos.

Pero siempre siento la fragilidad del momento que se deshace como una telaraña. Mientras ella me besa, mientras ella me ahoga con su cabello de oro, miramos el espectáculo proyectado en el cielo y por un segundo pedimos que eso dure para siempre.

Capaz son todas las flores que quemamos hace unos segundos y aún no han llegado a su climáx. La siento pegarse a mi nuca y susurrarme como si de un sueño se tratase. Su respiración húmeda. La tristeza de un mal viaje.

La oí decir que aquello debería ser eterno pero que incluso al segundo siguiente todo sería parte del pasado. Que al día siguiente, cuando la música acabara y el sol volviera a brillar, toda nuestra fantasía no sería más que un recuerdo y si no fuera por todos los allí presentes, una ilusión.

En pedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora