#NARRA Piero#
Sonreí por el simple hecho de verla. Se veía hermosa con esa camisa roja. Para mi sorpresa, también sonrió.
- Ven. — Hice un gesto con la mano para que se acercara. — No te voy a hacer nada malo.
Soltó una leve risa. — Está bien. — Caminó moviendo las caderas. Mi ojos recorrieron su cuerpo de arriba a abajo. Dios. Era jodidamente hermosa.
Piero, basta. ¡Peligro!
Pestañé repetidas veces y mi vista volvió al monitor de la computadora.
- ¿Qué haces? — Preguntó tomando la silla azul de Gianluca y sentándose a mi lado en ella.
- Intentando averiguar sobre el padre de Atenna acerca de Ernesto, Mariagrazia y Nina. — Respondí recostándome en el espaldar de la silla. Llevaba horas buscando y buscando y nada. Ya estaba estresado.
- Veo que de verdad te importa tu hermana.
Volteé a verla rápidamente. — Mariagrazia es mi vida. — Dije con determinación.
Ella sonrió ampliamente mostrando su dentadura perfecta. — Creí que Piero Barone no tenía sentimientos.
- Estoy lleno de sorpresas. — Alargué. Fue entonces cuando me di cuenta la poca distancia que estaba entre nosotros.
- No lo dudo. — Alzó una ceja.
Ambos nos quedamos viéndonos por un rato. Después mi mirada la fue detallando poco a poco. Desde Sheila, había sido muy distante con las otras víctimas. Puedo decir que hasta ahora es lo más cerca que he estado de una víctima en tres años. No hablaba con ninguna, simplemente le sacaba el dinero y luego las mataba.
Lo sé, no me lo tienen que decir: Me voy a pudrir en el maldito infierno.
Seguía viéndola, fui bajando hasta caer en sus labios. Mordí el mio inconscientemente, logrando que una cosa me pasara por la mente.
Quiero besarla.
No, Piero. Sabes lo que pasó la última vez.
Mientras yo tenía un conflicto conmigo mismo, Gabriela puso ambas manos en mi cuello.
No tengo nada que perder.
La tomé de la mejilla y junté nuestros labios. El beso comenzó suave y tierno, ella me respondió el beso inmediatamente. Nuestros labios se movían en sincronía. Fue subiendo de tono hasta que se volvió un beso salvaje y necesitado. Nuestras lenguas bailaban y nos devorábamos mutuamente.
Sin pensarlo dos veces mis manos pasaron a su cintura atrayéndola más cerca. Levantándola de la silla de Gianluca y sentándola a ahorcadas encima de mi. Caricias compartidas sin despegar en ningún momento nuestros labios. Ella se movía levemente despertando algo en mí, algo que había guardado hace tres años. Meneaba sus caderas y el beso se hacía cada vez más profundo. Mis manos fueron bajando lentamente hasta llegar a sus muslos, comencé a acariciarlos de manera muy suave, provocando que ella soltara un gemido en mis labios.
Eso fue suficiente para terminar de despertarme. Se sentía tan bien estar así con ella. No había tenido ningún contacto sexual desde hace tres años, con Sheila.
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¿Secuestrada? - Gianluca Ginoble
De Todo¿Cómo reaccionarias si te dijera que en la mejor fiesta de tu vida, será tu secuestro? Atenna D'angelo, una multimillonaria conocida a nivel internacional, junto con sus amigas, Gabriela y Sofía, planearon juntas una de las mejores fiestas. Por otro...