Epílogo

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#NARRA Atenna#

- ¡Isabella! ¡Ven acá por favor! - Exclamé corriendo por toda la casa para poder alcanzara.

- ¡Ñoooooooo! ¡Atrapame, mami! - Gritó emocionada sin dejar de correr.

Corrí por todo el apartamento hasta que por fin la tomé, en mi habitación, se había escondido en el closet y escuché su hermosa risita.

Tiene cinco años y nació el catorce de noviembre. Le puse el nombre en honor a mi madre, Isabella. Cuando tenía dos meses la llevé con mi padre, sólo para que sepa que ya es abuelo, como se pueden imaginar se puso a llorar preguntando porque no se lo había dicho:

- ¡SOY ABUELO! - Exclamó emocionado con lágrimas de felicidad.  ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? Llevo once meses aquí, y no me habías dicho nada. ¿Cuándo pasó todo esto?

Miraba a Isabella mientras tenía un conflicto entre si decirle quien era el padre. — Sólo vine para presentarte a Isabella. — Fue lo único que respondí. Volteé a verlo y estaba quieto. Probablemente pensando en mi madre.

- Atenna... — Puso la mano en el cristal que nos separaba. — Te pido perdón.

- No lo mereces. — Respondí inmediatamente. — No mereces el perdón de nadie. Nisiquiera mereces conocer a tu nieta, pero aquí estoy.

- No digas eso, es mi nieta, es mi sangre. — Se le quebró la voz.

- Dudo hablarle de ti... — Bajé y le acaricié tiernamente la mejilla, estaba dormida. — Su abuelo y su padre están en la carcel. ¿Qué ejemplo le puede dar?

momento en silencio, probablemente pensando en quien era el padre.

- ¡¿QUIÉN ES EL PADRE, ATENNA?! — Gritó.

No iba bajarme a su nivel. No voy a gritar, prefiero mantenerme tranquila pero fría. — ¿De verdad quieres saberlo? ¿De verdad importa?

- ¿Es Barone? ¿Boschetto? — De alguna manera un hilo de espetanza.

- ¿Eso es lo que quieres? — Me molestó.

- Sería muy relajante que no fuera de Ginoble. — Fruncí el ceño.

- Esa es otra razón por la que no mereces nada. — Me levanté. Lo fulminé con la mirada, lo odiaba. Odiaba a mi propio padre. No comprendo porque a las personas les interesa quién es el padre o madre, lo que importa es quien cría, que valores siembra en la criatura. Allí me di cuenta que mi padre es un idiota.

- Atenna, sé que no merezco nada. Ya me quedó claro cuando te quedaste con todo y no quisiste pagar fianza.

- La juez no quería, estaba de acuerdo conmigo de que te murieras acá, pero la ley lo deja como opción. Y no iba a pagar toda esa cantidad de dinero para que salieras a hacer más daño. Paga lo que mereces, Fracesco.

- Si, si. Lo sé. — Suspiró. — Atenna, ¿Es Ginoble, cierto?

Dudé un poco en si decirlo o no, pero... — Si, es de Gianluca Ginoble.

¿Secuestrada? - Gianluca GinobleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora