Capítulo 10: La Enfermedad

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Estaba en el médico, esperando las pruebas. Mi hermana me había acompañado, ella estaba mucho más preocupada que yo.

Después de mucho tiempo, nos llamaron. Entramos y nos sentamos en una silla en frente de su mesa.

María: ¿Y bien? No tengo nada, ¿Verdad?

Médico: Verá... Las pruebas apuntan a que puede que padezcas de cáncer.

...

Luna: ¿¡Quéeeeeeeeee!? Debe haber un error, ¡Exijo repetir las pruebas!

Médico: Es imposible que las pruebas se hayan equivocado, el cáncer está muy avanzado. Lo lamento, de verdad.

Luna: ¡¡Tiene que haber algún tratamiento!! Su madre es Marquesa, ¡Algo tiene que haber!

Mi hermana rompió a llorar, viéndose envuelta en la desesperación de perder a su hermana mayor. Habíamos pasado tantos buenos momentos... 

María: ¿No hay nada que se pueda hacer?

Médico: No tenemos ningún tratamiento en Amora... Tan solo le queda año y medio de vida...

...

Luna: Año y... ¿Medio? Esto es una broma ¿Verdad? Por favor, dígame que mi hermana no tiene nada. ¿¡Cómo va a tener ella cáncer!? ¡No hay nada que haya podido hacer para contraerlo!

Médico: Luna... El cáncer no se contagia, lo único que podéis hacer es disfrutar del tiempo que queda.

María: ¿Qué tipo de cáncer es?

Médico: Es cáncer cerebral... Los síntomas no son muy graves, pero irán empeorando a medida que pasen los meses. Siempre podemos considerar la eutanasia para que no sufras.

Luna: ¡No! María... Te prometo que voy a hacer que este tiempo que nos queda lo pasemos como nunca.

María: Luna...

Salimos de la consulta. Fuera, estaba nuestro chófer esperándonos.

Chófer: ¿Qué tal han ido las pruebas?

Luna: ¡A Casa!

El Chófer no dijo nada más, no volvió a hablar en todo el viaje. Luna tampoco habló, trataba de contener las lágrimas.

Mi enfermedad le había afectado más a ella que a mi. 

Tengo cáncer cerebral, y solo me queda un año y medio de vida... Información que literalmente ha cambiado mi vida, tan rápido.

Nada más entrar a casa subí a mi habitación. A mi también me había afectado esa información, y prefería no ver a mis padres.

Saqué un folio y un lápiz, y me puse a dibujar. Mucha gente me decía que dibujar era de niños pequeños, yo pienso que dibujar es para todas las edades. Pero como voy a ser marquesa, no me puedo dedicar a esto.

Bueno... Iba a serlo, porque ahora que tengo una esperanza de vida. Una... Esperanza, de vida.

No sabía que dibujar, así que me limité a dibujar trazos aleatorios para después dibujar algo con esos trazos.

Dibujé una línea recta, y de una de las puntas, dibujé otra ligeramente curvada. De esa punta, dibujé otra línea que tocara la primera formando dos ángulos de noventa grados. (Imagen de arriba)

Lo primero que vi fue un cuchillo. Un cuchillo. Me quedé mirando a lo que había dibujado durante un rato, hasta que finalmente completé la figura haciendo el mango.

Mi madre entró en mi habitación, decidí esconder el dibujo antes de que ella lo viera.

Estrella: Hija... ¿Qué ha pasado?

María: ¿¡No te lo ha dicho ya Luna!? 

A veces odiaba que preguntara cosas tan evidentes, siempre he notado que yo no la importaba nada. Solo me tuvo para que alguien heredara el título, y como salió una niña, decidió tener otro hijo. Pero este también salió niña. 

Decidieron que sería yo, María, quien iba a heredar el título. Al ser la hermana mayor de las dos.

Estrella: No me puedo creer que te quede año y medio de vida, que tristeza.

María: ¿¡Has venido para recordármelo!?

Estrella: Menos mal que tuvimos otro hijo, sino ya sería demasiado tarde para tener otro hijo que la edad que tengo.

Y ahí vino, mucho estaba tardando en mencionar el título...

María: Enserio, ¿Para qué has venido?

Estrella: No te preocupes, cielo. Haré que este tiempo lo pasemos todos en familia juntos.

María: ¿Alberto también estará?

Estrella: El también es parte de la familia, es tu padre.

María: El solo se casó contigo para vivir sin preocupaciones, estoy segura de que el no te ama.

Estrella: ¡Iremos a un montón de lugares! ¡Será genial!

Siempre me cambiaba de tema cuando me quejaba de algo, me ponía de los nervios. A ella le importaba más la imagen que diera a la gente su familia que su propia familia, estaba segura que los viajes eran para que hablaran de lo ricos que éramos.

Para ser Marqueses no vivíamos en un palacio, vivíamos en una casa normal. Y la situación familiar tampoco era propia de unos Marqueses.

De todas formas, éramos Marqueses. Pero de Amora, en esta región la nobleza no tenía nada de poder, por mucho que mi madre dijera lo contrario.

El Internado V1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora