No lo negaré más.
Yo, Addison, me estoy enamorando de Mia.
¿Cómo lo sé? Pues sencillo, pienso en ella casi las 24 horas del día por más absurdo e imposible que suene. Lo sé, es muy pronto para afirmarlo, pero no sé de qué otra manera describirlo. De alguna manera—quizás con algún tipo de poder telepático—ella logra colarse entre lo más recóndito de mi mente. Intenté dejar los pensamientos con relación a Mia la noche después de entregarle la pizza, pero entre más lo intentaba, su nombre se estancaba cada vez más en mi cabeza. Sé que no está bien, Mia ha formado una hermosa familia y yo no debo fijarme en ella. Pero lo estoy haciendo. En serio, ¿Qué rayos me sucede? ¡¿Perdí la cabeza?! Hay tantas chicas solteras y atractivas en las que podría fijarme... ¿Y me enamoro de una chica comprometida y mayor? Sí, perdí completamente la cabeza.
La idea de enamorarme me parecía ridícula hace unos cuantos años. Pensé que eso solo era posible en las novelas románticas que en algún momento me llegaron a parecer totalmente absurdas con sus tontas ideas sobre el "amor" , pero ahora tengo la leve sospecha de que estoy siendo víctima de ellas.
Soy un total inexperimentado en esto. Ser un idiota coqueto y mujeriego, no significa que sea un experto en relaciones. Solo fui eso: un idiota. De seguro Mia ya ha tenido muchísimas relaciones con chicos que son expertos y competentes en lo que se dice El Arte del amor y con los que seguro yo no podría competir, como el padre de Timo que ha logrado conquistarla.
En fin, el punto es que estoy demente.
Me levanto de la cama y hago todo lo de mi rutina de los sábados. Repaso lo que debo hacer hoy que se resume en: Ir al supermercado. Que divertido. Recuesto mi brazo al marco de la ventana mientras le doy un sorbo a mi taza de café y observo la agradable vista del basurero del alfrente. Noto que una anciana en la calle se me queda mirando y luego me percato de que estoy sin camiseta. Un escalofrío recorre mi espalda. Una rata sale de por debajo de el bote de metal y entonces decido cerrar las cortinas. Mucho mejor.
Estos días me la he pasado bastante preocupado por un simple hecho. No he tenido noticias de Mia. Desde esa noche no la he visto en el edificio, ni en los pasillos, ni en la recepción. La idea de ir a visitarla surge en mi loca cabeza y entonces corroboro que estoy perdido. ¿Visitarla? ¿Encontrarme con el padre de Timo? ¿Qué explicación le daría? Debo ir a psiquiatra.
Después de hacer las compras me encontraba conduciendo con los paquetes llenos de víveres hacia la casa de Mia. De hecho, el supermercado me quedaba bastante cerca de su colonia. Solo quería verla y asegurarme de que estaba bien. Si me encontraba con Timo o su padre, les diría que estaba entregando unas pizzas por allí cerca, por eso me traje la gorra a pesar de no estar trabajando. Si Wayne se entera me despedirán, así que tengo que ser muy cuidadoso.
Detengo la motocicleta unas tres casas antes de llegar a la de ella, para no ser tan obvio. Espero que nadie me robe mis cosas, confiaré en la sociedad aunque sea lo más estúpido que pueda hacer. Camino por la acera con las manos metidas en los bolsillo de mi chaqueta y a un ritmo tranquilo.
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Cruzando Fronteras
Short Story¿Qué tienen en común un repartidor de pizzas y una contadora? Pues nada como es de esperarse. Addison, el chico que cruza la ciudad con grandes entregas conoce a Mia, una chica con un título universitario. Pero ambos son muchas más que eso, Addison...