—Ten un buen fin de semana, Addie— me dice Joanna como de costumbre.
Afirmativo, hoy es viernes y es mi día favorito de la semana a parte de los sábados y domingo y no exactamente por qué los viernes me voy de fiesta o a cazar chicas, no. Tuve mucho de fiestas y alcohol antes de los dieciocho y que bueno que ese Addie ya no existe. Los viernes me encantan porque le dan inicio a un corto fin de semana que significa que no tengo que ir a trabajar.
¿Qué hago los viernes en la noche?
Pues encender el televisor y tratar de encontrar un programa bueno, que me entretenga hasta quedarme dormido. Los sábados voy al supermercado para hacer la compra de la semana y si no, salgo a dar una vuelta por las calles de la gran ciudad mientras hago video llamada con mis padres o solo camino sin rumbo alguno y observo los escaparates de las tiendas. Los domingos hago lo mismo que los viernes en la noche, para luego dar inicio a una semana más. Se los advertí, mi vida es la más aburrida de todas.
Si hablamos de chicas, pues decidí no meterme en más líos con ellas. Son demasiado complicadas. Ya me sabía todos sus dramas adolescentes y se me volvieron tediosos. No pensaba jugar más con ellas y sus sentimientos, no es lo correcto. Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que no son un juguete, las mujeres son mucho más que eso. Sin embargo, nunca he estado en una relación seria y me gustaría saber qué se siente. Perdí una oportunidad por ser el idiota que era, pero ahora tengo un poco más de esperanza, aunque dudo que se dé tan pronto. El problema, es que no estoy seguro si podré distinguir a la indicada. Soy nuevo en esto.
Subo al ascensor y las puertas se cierran frente a mí. No tengo que entregar más órdenes así que es muy probable que vaya directo a casa.
De acuerdo, aquí vamos otra vez.
Las puertas se abren en el piso 22 que está igual de vacío que ayer. Cuando las puertas están por cerrarse me llega un mensaje a mi celular que comienza vibrar en el bolsillo de mi jean. Es algo raro ya que solo tengo un celular para comunicarme con mis padres a larga distancia o para usar la calculadora en casos de urgencia cuando tengo grandes pedidos. No suelo tener vida social ni mucho menos virtual, es decir, no soy un fanático de las redes sociales.
Extraigo el celular de mi bolsillo y deslizo mi dedo por la pantalla para darme cuenta que es un mensaje de la operadora. Ugh, debería bloquearlos. Caigo en cuenta que estaba a punto de saltarme el Piso 21 por andar distraído, así que en un rápido movimiento aprieto el botón y regreso a mi lectura en el celular. Según lo que podía leer me estaban ofreciendo una promoción exclusiva que prometía disminuir el costo de mis llamadas a larga distancia y cuando veo los precios noto que son muy buenos así que debería considerarlo muy bien antes de rechazar esta promoción...
—¡Agh, como la odio! —una voz irrumpe en mi sin duda «interesante» lectura. Una mujer ha entrado al ascensor mascullando entre dientes esa frase.
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Cruzando Fronteras
Short Story¿Qué tienen en común un repartidor de pizzas y una contadora? Pues nada como es de esperarse. Addison, el chico que cruza la ciudad con grandes entregas conoce a Mia, una chica con un título universitario. Pero ambos son muchas más que eso, Addison...