Capítulo 4. El Postre 'Vanessa'.

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Ando por las calles, miro árboles, edificios, una piedra circular y un bar. Estaciono mi auto en el parking del glamuroso restaurant 'Leggiamo', entro y miro que hay libros colgados de una manera elegante, incluso una pintura maravillosa de alguien leyendo, me quedo sumergida en la imagen de una mujer mirando con entusiasmo un libro.

- ¿Linda, no? - se escucha una voz grave detrás de mi que me hace dar un respingo.

- Yo siempre - intento sonar segura de mí misma y él ríe.

- Me refería a la pintura - ¡Demonios! Miro al suelo sonrojada - Pero usted también está muy hermosa el día de hoy - me sonríe haciendo que mis pies pierdan fuerza y casi haciéndome caer.

Como si leyera mi mente me invita a sentar en una mesa, en la más alejada de la gente, al sentarme separa la silla y la acerca de nuevo.

- Gracias - sonrío y tomo la carta que está en la mesa sin muchas ganas de verlo, ¡gracias intento de seguridad!

Intento mirarlo despistadamente, un jean azul, botines cafés, un suéter azul marino y un gorro negro es lo que lo acompaña el día de hoy, y se ve especialmente guapo frente a mi.

- Buenas tardes, ¿gustan ordenar? - Bien, bien, me acaban de quitar la inspiración.

- Yo quiero un 'Spaghetti alla Bolognese' - dice con un italiano muy malo, río junto a la mesera - ¿Qué? ¿Tan mal lo he dicho? - ríe junto a nosotras.

- No, no te preocupes - paro de reir - Yo quiero una 'Bistecca alla fiorentina' - le digo poniéndole la muestra, Michael me enseñó un poco de algunos idiomas, con eso de que él viaja a todas partes del mundo, algo se le tiene que pegar. La señorita asiente, toma los menús y se va.

- ¿Cómo está? - me dice él.

- ¿Quién? - lo miro y ríe.

- Usted - ¡Joder con la formalidad!

- Amm... Bien, ¿pero podrías hablarme de tú? -

- Está bien, me alegro de que estés bien - sonríe.

- Sí, yo igual - digo insegura, ¿por qué estoy nerviosa? Sólo somos amigos, no sé qué decir - Ah... -

- No quiero ser indiscreto pero, ¿qué hacías en el ginecólogo? - me mira espectante.

- Ehh... - ¿le digo que creo que estoy embarazada o no? Mejor luego, ni siquiera estoy segura - Fui a un chequeo - sonrío. Soy una mentirosa.

- Ya veo... -

- ¿Y tú? Según yo tú realmente no deberías estar ahí - reímos.

- Bueno, pues yo acompañé a mi hermana, la chica que estaba conmigo, iba a hacerse una prueba de embarazo, la muy torpe lo hizo sin protección - ¡Era su hermana! Aunque, Dios, ¿y se supone que yo deba saber todo eso? Lo miro con sorpresa - Te lo digo porque pareces una buena persona, no se lo cuento a todo el mundo -

- Ah menos mal, ¿y cuándo les dan el resultado? - pregunto.

- En una semana - igual que a mi. Traen nuestros platos y comenzamos a comer. Tomo los cubiertos y rebano la carne en algunos pedazos, tomo uno y lo saboreo.

- Está delicioso - digo pasando el primer bocado.

- Sí, bastante - inquiere a mi par.

- ¿Cuál es tu comida favorita? -

- No tengo comida favorita, me como todo lo que sea comestible - ríe - ¿Y la tuya? -

- Creo que igual - río y continúo comiendo.

El rato pasó bastante tranquilo y cálido, sus palabras y anécdotas me acariciaban con su voz mientras descubría partes de su vida, la comida en nuestros platos de había disuelto, sólo quedaban algunos restos, la mesera los tomó y se los llevó, en unos instantes ya venían con un postre que no había ordenado.

- Disculpe, ésto yo no... - le digo a la señorita que nos atiende.

- Eh, tranquila, lo he pedido yo - me dice Marcus, quien se ocupa en sonreírle a la mujer que en pocos segundos se encuentra dando pasos en otra dirección.

- Amm... Gracias - digo sin saber qué más decir. Miro una gran combinación entre un brownie de chocolate, una bola de helado de vainilla y una cereza que al verlo mis papilas gustativas babean de la emoción.

- Pruébalo - me dice sonriente. Tomo la cuchara y atravieso el manjar, la pongo frente a mi y la introduzco en mi boca sintiendo su sabor dulce del helado contrastado por lo amargo del chocolate, él me mira espectante - ¿Te gustó? -

- Está delicioso - sonrío.

- El chef es mi amigo, y le dije que hiciera algo especial de postre, dijo que te daría algo que él inventó y le pondría el nombre de la primera persona que lo probó - dice sin quitar su mirada de mi.

- ¿Ah si? ¿Y quién fué la primera persona que lo comió? - tomo otra cucharada, ahora junto a la cereza.

- Pues tú - casi me atraganto por lo que acaba de decir. Paso el bocado.

- ¿De verdad? - asiente y me señala un sitio, volteo y está un hombre colocando un letrero en el menú... "Nuevo postre especial: 'Vanessa'" ¡Casi muero, un postre de un restaurante reconocido lleva mi nombre!

- Es genial - dice aún mirando.

- Gracias, creo... que no merezco todo ésto, yo... - suspiro.

- Sí que lo mereces, eres una chica maravillosa... - río.

- Pero si no me conoces -

- Siempre tiendo a juzgar a las personas dentro de mí y cuando las conozco siempre suelen ser como yo planee -

- ¿De verdad? Debe ser interesante pensar eso -

- Lo es, ¿y quieres saber qué pensé de ti? - asiento - Que eres una chica fantástica en busca de aventuras y alguien que necesita comprensión y cariño, dudosa a veces e inocente, pero siempre con una mente brillante - me dejó impresionada.

- Wow, ¿todo eso supiste de mi? ¿con sólo una salida? - lo miro alucinando, no puede ser.

- Con sólo mirarte - sonríe. Demonios, sabe mucho de mí, no, él no puede saber que estoy a sus pies aunque muera de miedo por saber lo que sabe.

- Pues podría sorprenderte - me acerco un poco a él.

- No muchas cosas logran sorprenderme - se acerca a mi.

- Nunca soy lo que doy en la primera impresión - me acerco un poco más.

- Yo creo que sí - se acerca más y quedamos cara a cara.

Nuestras narices rozan, miro sin querer sus labios, esos perfectos labios que al formar una sonrisa me matan, él hace lo mismo, sonríe de lado matando mis sentidos, miro sus ojos perdiéndome en su mirada. Se acerca a mi y mi corazón no para de latir como si se tratase de un maratón, comienza a cerrar sus ojos y no puedo hacer nada para negarme, ladeo y cabeza un poco, nos acercamos y...

- La cuenta - dice la señorita colocando un papel en la mesa haciéndonos separar de golpe, miro mis manos enredadas en mi regazo mientras él se ocupa de pagar y carraspear su garganta, coloca el dinero en la mesa, me levanto junto a él mirando al suelo. Dios, casi lo beso.

- L-lo lamento, no quise incomodarla - otra vez la formalidad.

- N-no pasa nada - digo bastante incómoda, en busca de un escape miro mi reloj de mano y son las siete, en mi teléfono dos mensajes.

Uno de Michael que dice: "Nos vemos a las ocho, cariño. Ya no aguanto las ansias de verte". Y otro de Rose que dice: "A las ocho en el Santuario, no lo olvides. De verdad ésto es muy importante" ¡Con un demonio! A los dos les dije que si, pero, no puedo ir a los dos. ¿Qué haré ahora? ¿Con quién voy?

Hola a todxs, ¿Con quién irías tú? ¿Con Michael que nos tiene una sorpresa o con Rose, tu mejor amiga que te va a contar algo? Contesta en los comentarios y la respuesta que gané definirá la primer decisión a su criterio de ésta historia. Todo ésto y mucho más en el siguiente capítulo. Nos vemos.

-Sweet

La Doctora de Jackson 2-MJHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora