Al llegar a la calle grande nadie prestaba atención a los cuatro niños con pintas particulares que correteaban por allí.
Eso les daba una cierta tranquilidad, pero no se sentían libres ni seguros del todo. Probablemente alguien les buscaba o espiaba en secreto después del lío ocurrido con Anaís.
Entonces, una sirena resonó por toda la calle, asustando a los protagonistas, que se quedaron quietos temiendo lo peor.
-EL NIÑO DEL PELO AZUL, EL DE LA CAPUCHA NARANJA Y LA NIÑA DEL PELO ROSA ACUDAN A LA COMISARÍA DE POLICÍA.
Los cuatro botaron al oir esto, y salieron corriendo sin fijarse de la gente que los observaba después de oir la descripción del policía.
Evitaron miradas, preguntas y otras muchas cosas, y se metieron en la calle paralela. Allí todos recuperaron el aliento.
-¿Para qué se supone que nos quiere la policía? -Gimió Gumball.
-¿Hemos hecho algo malo como para que la poli nos llame? -Preguntó Darwin, aún sabiendo que nadie podía contestarle.
-No lo sé, chicos. -Dijo entonces Jane.- Pero sea lo que sea, huiremos.
-¿Y si no es malo? ¿Y si la policía solo intenta ayudarnos? -Preguntó Anaís.
-Pues no seré yo quien lo averigüe. -Terminó Gumball.
-En ese caso... -Protestó su hermana- ¡A CORRER!
Añadió, al ver a unos policías doblar la esquina. Corrían a por ellos, eso seguro.
-¿¡Qué queréis!? -Preguntó el peliazul mientras corría.
-Si os paráis lo diremos. -Contestó el policía.
-¡NUNCA!
Aceleraron el paso. Jane iba la primera, al lado de Gumball. Darwin iba después de ellos, y Anaís la última.
-¡Anaís! ¡Corre más! -Le gritaba su hermano mayor.
-¿¡Es que no ves que no puedo!? -Protestaba ella.
-Ayyy... -Exclamó Gumball.
Y veía como su hermana cada vez iba más lenta. Se estaba cansando de correr.
-¡No, Anaís! ¡No te rindas!
-No... puedo... más...
Finalmente esta se quedó parada y recuperaba el aliento. Gumball veía a los policías que la iban a alcanzar, y se le ocurrió una locura.
Él se paró también, y, sin importarle las protestas de Jane, esperó a que su hermana le alcanzara. Cuando la tuvo al lado, la cogió en brazos y corrió, intentando alcanzar a los demás.
-Gracias... -Susurró Anaís a su espalda.
En su nueva forma de humano, el gato azul (o eso antes) podía correr mucho más rápido que antes, y se sentía ligero y ágil.
Pero empezó a oír sirenas a su espalda, y esque los policías iban ahora en coche.
-¡ALTO! -Sonaba en el megáfono.
Los niños, asustados, no pararon. Pero su resistencia no iba más allá. Sobretodo la de Gumball, que intentaba alcanzar a los dos e iba con su hermana en brazos.
-No puedo seguir... -Se quejaba.
Entonces giró a un lado con sus últimas fuerzas y acabó rodando en un montón de cajas y bolsas de basura. Así escondidos, los dos hermanos oyeron un trozo de la conversación de dos policías que se habían bajado para buscarlos.
-...y es que su madre se enfadará...
-...les ha llamado y...
Anaís iba a preguntar algo a los dos hombres, pero su hermano le tapó la boca.
-¡Hum, suéltame!
-No te entregarás a la policía.
-¡¡SUÉLTAME!!
Gumball se sorprendió por el grito y soltó los brazos de su hermanita. La dejó suelta el tiempo suficiente como para que se dirigiese a los policías.
-¿Su madre? ¿La madre de quién? -Fue lo que les preguntó.
Los dos policías se sorpendieron al ver a la pelirrosa, pero luego respondieron.
-La vuestra.
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La Dimensión (el asombroso mundo de Gumball)
FanfictionDespués de todo lo ocurrido con Kail meses atrás, la familia Watterson sigue viviendo en su agitado y complicado día a día. Nada es extraño desde entonces, salvo aquel espejo que apareció por casualidad en la casa del Señor Robinson, y que este quer...