Quince: Esto, señores, es una triste despedida

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Gumball la abrazó también.

-Yo... Penny se ha ido... Y no sé dónde encontrarla. -Lloró.

-¿Y esa nota? -Su hermano la cogió y la leyó.

Anaís se acercó también a leerla, al igual que Jane.

-¿Es ese el Kail del que hablabas? -Preguntó.

-Aja. -Respondió Gumball afirmativamente.

-Pues ya sabemos dónde escontrar a Penny. -Dijo Anaís.- Estará donde pone aquí: debajo del espejo en casa.

-Claro, tío. -Animó Darwin.- ¿Dónde más puede estar si no?

Gumball se levantó, y leyó la carta de nuevo.

-Debajo del espejo en casa... En el Elmore vacío. -Miró a su hermano.- ¡Oh Dios, Darwin! Tu sudadera...

El saliente de cola de pez del jersey de Darwin estaba desapareciendo.

-¡Y tu pelo! -Se escandalizó también.- ¡Y el de Anaís! ¡Y el de mamá! Es horrible... Nos transformaremos antes de encontrar el portal...

-No os preocupéis. -Intervino Jane.- Yo os ayudaré a encontrarlo. Estaba cerca de la calle Freno. Lo recuerdo.

Les cogió las manos a Gumball y a Darwin y echó a correr. Las otras dos les siguieron.

Giraron a la izquierda, a la derecha, siguieron recto, luego a la derecha, a la derecha de nuevo y finalmente a la izquierda.

Estaban en la calle grande de antes. Ahora sólo tenían que cruzar al otro lado y coger el camino a la paralela... Y ya estarían.

Eso hicieron. Pasaron corriendo al lado de extrañadas personas, pero no les importó lo que estas pensaran. Siguieron su camino al portal.

-Tendría que estar allí. -Dijo Darwin, señalando una esquina.

-Yo no lo veo... -Protestó Jane.

-¡Es porque eres humana! Yo sí lo veo. -Exclamó Gumball.- Pero peor que antes...

-Eso no importa. -Urgió Nicole.- Vamos allá y punto.

Los cuatro de la familia se acercaron al portal casi invisible, que cada vez desaparecía más rápido.

Pasó Nicole, luego Anaís, después Darwin y solo quedaba Gumball. Él miró atrás, donde Jane esperaba su marcha.

-Yo no puedo pasar... -Se entristeció.

-Pero tu sitio está aquí, con tus amigos y familia, ¿no crees?

A ella se le empañaron las gafas y comenzó a limpiarlas.

-Sí, bueno... -Le miró.- Ha sido un placer conocer a mis "héroes" de la tele.

-Me alegro. Ha sido un placer conocer a nuestro primer fan real, supongo.

Él sonrió. Jane también sonrió, y meneó la mano en forma de despedida.

-Adios, Gumball.

-Espero que no sea un adiós para siempre.

-Probablemente lo será. No creo que queráis volver a correr el riesgo de atravesar ese espejo para volver aquí.

-La verdad, -dijo riéndose el peliazul-marron.- no creo que vuelva siquiera a ver ese espejo. Lo destrozaré nada más salir. (Eso si salgo)

Pensó, tristemente.

-¡Gumball, entra! -Gritó su hermano desde el otro lado.

—yo... De acuerdo. -Metió una pierna, y justo cuando iba a pasar, le preguntó a Jane.- Jane, dime.

-¿Sí?

—¿Cuál es tu verdadero nombre?

Ella se sorprendió por la pregunta, y suspiró.

—No diré mi nombre, pero solo diré mi apodo de verdad.

Justo Gumball pasó por el portal, pero pudo oír las últimas palabras de su amiga.

-Me... Me llaman... Me llaman Espinosa.

La Dimensión (el asombroso mundo de Gumball)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora