Al volver del instituto, Gumball y Darwin estaban realmente felices. No tenían ningún examen, pues estaban a punto de terminar el curso.
—No tenemos absolutamente nada que hacer. Me siento libre, es genial. —Suspiró Gumball.
—La verdad es que si no tenemos nada que hacer, es muy aburrido el día a día. —Respondió el pez naranja.
—¿A qué viene eso?
—Piénsalo: si no tenemos nada que hacer, no tenemos de qué quejarnos, así que no tenemos a gente que quiera alegrarnos pero su torpeza enorme nos meta en un lío.
—Sí, pero... ¿De veras prefieres estudiar a no tener nada que hacer y tener tiempo libre?
—Uy, pues no. No sé por qué me quejo. —Reflexionó Darwin.
—Ni yo tampoco lo sé, amigo mío.
Un rato después, alguien llamó a la puerta mientras los dos hermanos veían la televisión.
—Anda, ve tú. —Dijo Darwin.
—Pfff... —Le contestó su hermano, pero aún así fue a abrir.
Darwin giró la cabeza hacia la entrada al oír una exclamación de alegría del gato azul.
—¿Quien es? —Preguntó extrañado.
—¡Es el señor Robinson!
—Sí, así es. Soy yo. —Contestó su amargado vecino.— Venía a preguntaros una cosilla.
—Por ti lo que quieras, querido vecino... —Le admiró Gumball.
—Si, si, lo que sea... Venía a proponeros algo. —Empezó la marioneta gris— Si no me molestais ni a mi ni a Margaret, os daré una especie de... De regalo.
—¿Un regalo? —Preguntó Darwin.
—Exacto, pececito. —Respondió el anciano, un poco inseguro.— Es un regalo... especial, eso es. Pero solo os lo daréis si me prometeis eso, ¿Entendido?
—¡Por supuesto! —Respondieron al unísono los dos niños.
—¿Y cuando nos lo darás?
—Mañana, si hoy cumplís para el resto del día vuestra parte del trato.
—¡SIII!
Después de eso, el anciano vecino Robinson se marchó, muy orgulloso de lo que había hecho.
Aunque eran traviesos, los dos cumplieron lo que habían prometido. El resto del día no salieron de casa, estuvieron jugando a videojuegos y en Elmore Plus toda la tarde, cosa que no gustó a Nicole.
—¿No creéis que como niños debéis estar jugando fuera en el jardín? —Preguntó.
—Pero, señora mamá, —respondió Darwin.— El señor Robinson nos ha dicho que si no lo molestamos nos dará un regalo.
—Un regalo, así que de eso se trataba... Pues siento decepcionar, pero el vecino es... no les caemos muy bien. No sé si cumplirá eso.
—Ay, mamá, que poco sabes del mundo. Él sí que cumple sus promesas. Tú solo espera un poco y tendremos algo super especial mañana.
—Bueno chicos, allá vosotros, pero no os decepcioneis si no es lo que esperabais.
Ellos negaron con la cabeza, y se marcharon a dormir a su cuarto.
Al día siguiente, sábado, estaban ansiosos por saber que regalo especial les esperaba.
Anaís también quería enterarse de lo que ocurría, así que se ofreció acompañarlos.
Juntos, los tres hermanos llamaron al timbre de la casa de al lado, y les abrió Margaret, con sus típicos "meh-meh".
Al poco rato Robinson los recibió.
—Mira por donde, los Watterson. No os preocupéis, tengo vuestro regalo aquí mismo.
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La Dimensión (el asombroso mundo de Gumball)
FanficDespués de todo lo ocurrido con Kail meses atrás, la familia Watterson sigue viviendo en su agitado y complicado día a día. Nada es extraño desde entonces, salvo aquel espejo que apareció por casualidad en la casa del Señor Robinson, y que este quer...