Después de todo lo ocurrido con Kail meses atrás, la familia Watterson sigue viviendo en su agitado y complicado día a día.
Nada es extraño desde entonces, salvo aquel espejo que apareció por casualidad en la casa del Señor Robinson, y que este quer...
Gumball siguió con su plan. Se le veía nervioso, pero seguro. Kail le decía que comenzara a luchar, pero él se negaba.
—¡Ven, y lucha como un guerrero!
—No. Un guerrero debe saber por lo que lucha antes de comenzar. Yo lucho por mí familia y amigos, tú solo para destruirme, que está mal.
—Ya, ¿Y qué? Yo soy eso, malvado. *Ríe*
—Pues que sería mejor si te pasases a nuestro bando. —Suspiró.— Podríamos hasta ser amigos.
—¡Ni loco! —Rió nerviosamente.— ¿Por qué iba a querer ser amigo tuyo?
—Porque no tienes más amigos. Solo eres tú y tu maldad. Tampoco tienes familia que te haga recapacitar. Te sientes solo y triste. —Le miró con compasión.— Te podemos ayudar a sentir mejor.
—¿Para qué? La familia no sirve de nada. Deja de distraer y lucha contra mí!!
—¿Cómo no va a servir de nada? La familia te cuida, te ama. Fue la que decidió tenerte y quererte. Eso es lo mejor que alguien puede darte.
—¡Eso no importa!
Gumball se alejaba lentamente hacia atrás, donde su familia les miraba atentamente detrás de la barrera.
—Por supuesto que sí. No luches porque sí, intenta... Amar un poco.
—¿Qué? ¿¡A dónde te crees que vas!? —Se enfadó, al ver como el peliazul acababa de llegar a la barrera.
—Toda persona necesita amor. —Dijo Gumball, sin inmutarse.
Entonces, su hermano se colocó en frente de él poniendo las manos sobre el "cristal". Él las puso también, y las manos coincidieron. Un aura azul comenzó a inundar el lugar.
Gumball cerró los ojos, y Darwin también. Entonces recitó de nuevo:
—Toda persona necesita amor.
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—¡Yo no! —Gritó Kail.
Cada vez que Gumball recitaba la frase, la luz se hacía más potente. La tercera vez que la dijo, el cristal se agrietó donde estaban las manos de los hermanos.
—¿¡QUÉ!? ¡NOOO! —Exclamaba Kail.— Basta!!! El amor no sirve!!!
—Toda persona necesita amor. Toda persona necesita amor! TODA PERSONA NECESITA AMOR!!!
Los cuatro Wattersons empezaron a recitarla también. El cristal iba a ceder pronto, y la luz se hizo diez veces más fuerte.
—TODA PERSONA NECESITA AMOR!!!!! Hasta Kail...
El cristal se rompió, y los hermanos se abrazaron, con una inmensa sonrisa en sus rostros. Kail estaba incrédulo, aturdido por el cambio brusco de sus planes.
—¿Qué dices ahora? —Le preguntó Anaís.— ¿Ganarás contra nosotros?
—Y-yo... —Intentó hacer otra barrera, pero no sirvió de nada. Sus poderes no funcionaban.
Gumball dejó de abrazar a su familia y le miró.
—Devuelvenos a Penny, Kail.
—¿Qué? ¡Nunca!
—Bien, tú lo has querido. —Dijo. Se acercó a él y lo abrazó.
Kail no podía librarse del niño. Su abrazo lo mantenía atado. Este seguía, y no iba a soltarlo hasta que estuviese seguro.
Gumball lentamente cogió el puntero que Kail tenía, y se lo alumbró a los ojos.
—¡DARWIN, AHORA! —Gritó.
—¡Iiiiiaaa! —Exclamó.
Darwin puso el bote con purpurina que habían conseguido antes en el brazo de Kail. El tarro comenzó a tragar al violeta enemigo.
Poco después, el tarro terminó de atraparle, y cayó al suelo. Está vez, pensó el niño del pelo azul, lo pondría en un lugar incapaz de escapar. Ya pensaría dónde más adelante.
Un resplandor dorado inundó esta vez la estancia. La silueta de una chica apareció en el lugar.
—¡Penny! —Exclamó Gumball, maravillado.
La imagen terminó de aparecer. La chica era alta, rubia y tenía ojos ámbar.
—Gumball... Me has salvado... —Murmuró ella, con lágrimas de alivio en los ojos.
Los dos se abrazaron. Era el mayor abrazo que podrían haber imaginado.