1 » Mudanza

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 —¡Hyung, mira! —Jun Hong giró sobre sus propios talones para enseñarle a su esposo un pequeño álbum de fotos. En la portada aparecía él todavía en pañales— Mamá debió ponerlo en la caja para que lo trajera conmigo.

—No has cambiado nada.

—¡Hyung!

Yong Guk sonrió burlonamente y depositó un pequeño beso sobre la comisura de aquellos rosados labios que tanto amaba.

—¿Es la última caja? —preguntó tras un par de segundos donde Jun Hong seguía ensimismado en las fotografías de su niñez.

—Mmm, nop. Faltan un par más —el menor hizo un puchero, se encontraba bastante agotado por estar la mayor parte del día moviendo cajas desde el coche hacia el recibidor de su nuevo apartamento—. Ah... Mi espalda duele.

—Venga, amor, descansa. Me encargaré de las dos cajas restantes —Yong Guk le sonrió y finalmente se encaminó hacia el interior de su hogar con el álbum de fotos pegado a su pecho.

Una media hora más tarde, Yong Guk se sentaba a su lado sobre el sofá forrado por papel de burbujas. Una pequeña risa divertida se deslizó fuera de los labios del menor al escuchar como la mayoría de burbujas se explotaban.

—No deberías reírte —Yong Guk dejó reposar su mejilla sobre el hombro de su esposo, cerrando los ojos por un instante—. Aún falta limpiar, poner todo en su sitio y esperar por los demás muebles.

—¡Aún falta nuestro colchón! —Jun Hong suspiró pesadamente— Se supone que pagamos un poco más para que se dieran prisa con la entrega.

—Tú insististe en comprarlo en esa tienda, Bang Jun Hong.

Jun Hong sonrió y ladeó su rostro hacia la izquierda—. Suena perfecto, y más de tus labios.

Yong Guk entreabrió los ojos y observó los labios de su esposo. No habían pasado más de dos días desde que volvieron de su luna de miel y estaba tan jodidamente ansioso por probar ese maldito colchón nuevo. Aunque el par de nórdicos gruesos que habían traído para dormir esta noche no parecían mala opción. Yong Guk inconscientemente había lamido su labio inferior un par de veces.

—Ya estás pensando perversiones.

—Mentira.

—Eso, o me estás provocando.

—Vamos a dejarlo en que tengo sed —una sonrisa divertida apareció en los labios de Yong Guk—. Sed de ti.

Jun Hong sintió como sus orejas y parte de sus mejillas se ponían rojas. Podía presumir de varios años de noviazgo junto a Bang Yong Guk, incluso el haber conseguido subirlo a un altar; sin embargo, seguía sin resistirse a la labia que éste poseía.

—Yo también tengo sed, pero sed de agua.

Yong Guk rió levemente y se levantó rápidamente para ir a la cocina. Jun Hong pretendía seguirlo también, pero una llamada entrante de su madre lo detuvo.

—Mamá.

—¡Jun Hong, cariño! —el remitente sonrió levemente al escuchar la emocionada voz de su progenitora tras la línea— No quise llamarlos antes porque sabía que estarían ocupados, ¿lo siguen estando?

—No, mamá. Acabamos de meter todas las cajas al apartamento.

—Oh, qué bien. ¿Siguen pensando tercamente en quedarse a dormir ahí hoy?

—Sí. Además, no tenemos donde más ir.

Un suspiro dramático emergió desde los labios de la señora Choi—. No me quisieron escuchar y ahora tendrán que dormir incómodos en el suelo.

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