3 » Aliciente

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Jun Hong estiró sus músculos entumecidos y abrió los ojos lentamente. Lo primero que vio fue el níveo techo de su salón y una pequeña risa se deslizó fuera de sus labios al recordar que había sido atrapado por lo brazos de Morfeo nada más recostarse sobre la alfombra. Los primeros días en la academia de baile estaban siendo tediosos, pero era cuestión de tiempo para que se acostumbrara.

Desvió su mirada hacia el reloj que colgaba en una de las paredes y rápidamente volvió la cabeza hacia el pasillo, escuchando como introducían el código de acceso y unos pasos contra la madera se iban adentrando al recibidor.

—¿Jun Hong-ah?

—En el salón, amor.

No evitó sonreír cuando la figura de su esposo apareció frente a él, vestido por una sudadera roja y unos pantalones negros de chándal; el pelo de Yong Guk se encontraba revuelto por haberse quitado la gorra nada más entrar y el cubrebocas colgando contra su mandíbula. No sabía de qué manera definir lo bien que se veía su esposo llegando a casa, agregando el hecho de que él le estaba dando la bienvenida.

—Bienvenido —sonrió enormemente.

—¿Qué haces el suelo, pequeño? —Yong Guk se acercó a él y se colocó de cuclillas para darle un beso que le robó el aliento— Vas a resfriarte.

—Seré más cuidadoso —ambos se pusieron rectos y, sin despegar la mirada entre ellos, se abrazaron—. ¿Cómo ha ido hoy en la compañía?

—Ha estado bien —Yong Guk se alejó un poco sólo para arrastrar un mechón de su pelo hacia un lado, logrando así que sus mejillas se colorearan de un leve carmesí—. Hoy me presentaron a un grupo que está por debutar.

—¿Si? Debe ser emocionante.

—Meh —el mayor le volvió a rodear la cintura para tenerlo cerca—. ¿A ti cómo te va con tus clases?

—Los niños son adorables, hyung, pero también son unos pequeños monstruos.

La risa que emitió Yong Guk le trajo paz y tranquilidad.

Su vida de casados estaba atravesando la primera etapa: la necesidad mutua. Habían sido novios desde que él apenas era un adolescente e ignorando los días en que Yong Guk se perdía por sus exámenes universitarios, ambos permanecían siempre juntos. Cuando él entró a la universidad, su esposo la estaba terminando y tampoco fue impedimento para que se vieran a menudo. La situación cambiaba ahora que ambos tenían la responsabilidad de traer dinero a casa para seguir manteniendo los escasos lujos que querían permitirse. Cuando el alba rozaba las cortinas de la habitación, Yong Guk estaba en la ducha preparándose para un nuevo día en la compañía; mientras que Jun Hong apenas abría los ojos para acomodarse en la mitad de la cama. Solía sentir el cálido beso del mayor sobre su frente para después desearle éxito en su día, pero muchas veces no lo escuchaba y las veces que sí simplemente sonreía y atraía a su esposo para un beso que le pudiera durar lo suficiente durante la jornada, por mucho que ambos fueran conscientes de que no lo lograrían.

Yong Guk entrenaba a trainees de TS Entertainment, producía música y se pasaba la mayor parte del día encerrado en un estudio, mientras que Jun Hong simplemente disfrutaba de la inocencia de unos niños que apenas empezaban a meterse en el mundo de la danza. Ambos trabajaban en lo que les apasionaba y aunque la necesidad mutua fuera un impedimento para aguantar el día, se sentían orgullosos del camino que estaban tomando como matrimonio.

—He hecho la cena y sin querer me dormí en la alfombra esperándote.

—No deberías esperarme, no sé qué días puedo ser puntual con mi horario y qué días no, así que por tu salud adelanta la cena —Yong Guk le ayudó a poner la mesa mientras él servía los platillos—. No quiero que te enfermes, amor, por favor.

Married » BangLoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora