NamSeo » Perdóname

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Jun Seo salió del ascensor tras dejar atrás la puertas correderas que advertían sobre el típico solo personal autorizado; su mirada fue de izquierda a derecha divisando a menos personas de las que solía ver cuando Yong Nam lo traía en días laborables, por lo que aprovechó aquello para buscar la oficina que correspondía a su novio.

—Jun Seo-ssi, ¿qué está haciendo aquí? —una voz conocida irrumpió en su búsqueda y tuvo que dar un paso hacia atrás para no tropezar— ¿Buscas a Yong Nam oppa?

—Hola, Hyo Sung —se relamió los labios—. Sí, ¿me puedes decir dónde está?

—Lo haría encantada, pero hoy ha venido uno de los superiores y está ocupado atendiéndolo —la muchacha de ojos claros le sonrió incómoda para después bajar la mirada hacia unos documentos que pegaba celosamente contra su pecho—. Deberías esperar hasta que termine su turno.

—Es domingo por la tarde, ¿de qué turno me estás hablando?

—Jun Seo-ssi...

—Apártate, lo buscaré por mi cuenta.

—Yong Nam oppa no quiere verlo —aquellas palabras atravesaron su espalda, deteniéndolo una vez más. Se giró hacia la secretaria para mirarla directamente a los ojos—. Deberías rendirte.

—Y tú deberías dejar de entrometerte en asuntos que no te incumben.

—Yong Nam oppa-

—Cállate. Yong Nam oppa por aquí, Yong Nam oppa hasta en mi jodida sopa —exclamó con una mueca de desagrado reflejada en el rostro—. A tu oppa le gustan los penes, mierda.

Sin dejar que Hyo Sung volviera a abrir la boca, dio media vuelta y emprendió camino hacia la oficina del gemelo Bang. Jun Seo sabía que se iba a ganar unos cuantos problemas una vez que Yong Nam se enterara de las bonitas palabras que había intercambiado con su secretaria, pero en su defensa podía alegar que aquella muchacha venía buscándole la boca desde hacía mucho tiempo; todo el maldito tiempo pegada a su novio, riéndose de cualquier tontería sin sentido e irrumpiendo en la oficina con una bandeja de café que no habían pedido.

Hyo Sung tenía una lado tierno que aburría una vez lo excedía, él no tenía la culpa de ser uno de los pocos en hablarle con la verdad por delante. No se metería con su rendimiento porque era uno de los mejores en la empresa, por esa misma razón Yong Nam decidía mantenerla a su lado a pesar de las quejas que le llegaban.

—Jun Seo-ssi, buenas tardes —uno de los empleados hizo una reverencia frente a él; se encontraban frente a la puerta de la oficina que parecía ser el destino de ambos—. ¿Acaba de llegar o se va?

—Acabo de llegar —aclaró su garganta—. ¿Me permitirías...?

—Oh, ¡claro! Lo mío puede esperar —el hombre volvió a hacer una reverencia y se alejó del pasillo a pasos despreocupados.

Jun Seo llenó sus pulmones de oxígeno, recogiendo los restos de energía que su cuerpo retenía forzosamente a pesar de lo tedioso que había sido el día. Golpeó los nudillos de su mano derecha contra la puerta, esperó un par de segundos y entró. 

No quería parecer sorprendido, pero lo estaba.

Yong Nam había decidido encerrarse en su oficina para beber y dormir, pues logró divisar la botella medio vacía recostada sobre la alfombra y unos zapatos deportivos desparramados a un costado de la evidencia. El culpable simplemente soltaba leves ronquidos acurrucado contra el sofá de cuero negro que parecía demasiado incómodo para poder descansar.

Él —lejos de sentirse molesto—, simplemente se arrodilló frente al hombre y acarició los mechones de pelo que descansaban sobre sus sienes. Ambos gemelos habían decidido dejarse el cabello largo sin ninguna razón aparente; mientras Yong Nam lucía un castaño oscuro, Yong Guk no abandonaba su azabache natural. 

Married » BangLoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora