A Cilliam le tomó unos días reponerse, y Astrid estuvo atenta a los progresos del príncipe, pero ahora se encontraba en perfecto estado, sabiendo que el infierno se les iba a caer encima y siendo Hati un prefacio de eso, decidieron dar un paseo por el reino aprovechando el hecho de que Lila encontró sus corceles, Astrid estaba emocionada de tener de nuevo a Felicia y el príncipe no tendría otra oportunidad para conocer el reino de los elfos.
Desayunaron antes que los demás para no tener que enfrentar sus miradas prejuiciosas, aunque la elfina sospechaba que Edhelf estaba de su lado, dudaba que a los demás les parecería una buena idea. Cabalgaron por un bosquecillo encantador dejando al pueblo atrás, el cielo era un espectáculo con unos colores tan vividos y cálidos, mientras seguían su camino pequeñas luces voladoras guiaban sus pasos danzando en el aire.
— Creo que le puedo tomar cariño a las pixies, una vez que te acostumbras a ellas. — opinó el príncipe observando el ballet aéreo que les tenían preparado.
— O una vez que ellas se acostumbran a ti. — respondió ella sonriendo.
El príncipe bajó de su corcel y se sentó en la grama, estaban en una colina que permitía ver el pueblo élfico, además a unos cuantos metros había una laguna de agua cristalina. Astrid le imitó colocándose a su lado.
— Desearía haber tomado en serio las clases de arte, así podría enseñarle a Dafne la belleza de este lugar. — dijo el príncipe más para sí mismo que para la elfina.
— Piensas mucho en ella. — observó Astrid. — Me encanta su relación.
— Siempre hemos sido muy unidos, ella tenía solo ocho años cuando mi madre murió, era solo una niña, aún lo es, desde ese momento me prometí protegerla, aunque sea ella la que siempre me quiero proteger a mí. — confesó y una sonrisa lleno su rostro, luego sacudió la cabeza. — Disculpa, no sé porque te cuento esto.
— No tienes porqué disculparte. — Astrid se acercó un poco más a él. — ¿Eran muy cercanos?
— Éramos los niños más felices del mundo cuando la tuvimos a nuestro lado, cuando mi padre se dormía ella entraba a mi habitación y juntos despertábamos a Dafne, teníamos las más divertidas e hilarantes aventuras en el castillo.
— Debió haber sido muy bonito. — añadió Astrid. — Nunca conocí a mi madre humana, murió en cuanto me dio a luz.
— No todo fue felicidad. — su voz sonó distante, desvió su mirada hacia abajo y empezó a juguetear con la grama. — Cuando tuve más edad me confesó que nunca amo a mi padre, estaba comprometida con él desde su nacimiento. Me dijo que el destino fue piadoso con ella, nunca pensó que sería feliz hasta que mi hermana y yo llegamos a su vida.
— Eso es muy triste. — añadió Astrid conmovida.
— A Dafne le afecto mucho su muerte.
— ¿y a ti? – le preguntó y en esta ocasión el príncipe levantó su mirada hacia ella.
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El susurro del bosque I -La canción de los elfos (EDITANDO)
FantasyEn la frontera del bosque pasan muchas cosas, las leyendas abundan, las personas desaparecen y se ocultan muchos secretos. Se afirma que hay algo más allá que todo humano desconoce o al menos en esta época lo hacen, ya que hace 100 años atrás una cr...