Capítulo V "El susurro del bosque"

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     Cilliam y compañía ya habían llegado a dónde se suponía estaba el portal, todos se encontraban tensos y reacios a decir más de lo necesario, el príncipe mortal por su parte no sabía con exactitud que sentía, pues una sensación de vacío era lo único que lo embargaba, un vacío tan oscuro y profundo, tan insondable, su ser estaba teñido de indiferencia. En aquel momento eso le pareció lo más sensato, no sentir nada en absoluto, pues sus emociones y sentimientos no le habían conducido a un lugar muy agradable.

— Deberíamos investigar en el pueblo.- sugirió él ya cansado de verse las caras y esperar.

— Me parece buena idea.- indico Minerva mientras se limaba las uñas en su armadura y lucia desinteresada como siempre.

— Entonces id vosotros.- ordeno Alexis.

— No es que esperara que tú lo hicieras.- manifestó Minerva y Cilliam estaba de acuerdo, pues al soldado no se le veían ganas de dejar sola a Edhelf.

— Vamos humano.- le convido Minerva.

     El príncipe pudo protestar, decirle que ella ya sabía su nombre pero le pareció inútil, Minerva era odiosa por naturaleza propia y mostrar que le molestaba solo alimentaba su instinto de odiosidad, además con suerte no la volvería a ver, aunque de alguna forma compartían cierta complicidad desde el primer momento, como una relación de amor-odio pero obviamente sin el amor.

     Minerva le tendió la mano a Cilliam para tamizarse, llegaron al epicentro de Oren, el corazón del príncipe dio un vuelco al ver la aldea vacía, incluso el aire parecía más denso y difícil de respirar, solo podía repetirse mentalmente: "Tienes que salvarlos" "tienes que hallarlos".

— Deberíamos revisar las casas, por si queda alguien.- Le indico él con tono solemne a Minerva, aunque muy a su pesar el vacío que sentía solo se intensifico.

     La elfina solo asintió y desapareció sin decir ningún comentario mordaz tan típico de ella, Cilliam sabia la razón, sabia lo importante que Oren era para él y respetaba ese sentir, el muchacho se abrió camino y exploro los linderos solitarios, abrió las puertas pero los hogares de su gente estaban vacíos, se sentía terrible por no impedirlo pero se dijo a si mismo que lo arreglaría aunque le costara la vida.

     De alguna forma su instinto lo llevo sin pensarlo hasta la casa de Astrid, la puerta estaba abierta por lo que no tuvo que forzar la cerradura como en las casas anteriores, la helada brisa llenaba toda la estancia, nunca había entrado a la casa de Astrid, era una morada de lo más humilde. Exploro el lugar con la mirada aunque la luz ya era escasa, el arrebolado cielo empezaba a tornarse azul y oscuro, anunciando que la luna se alzaría pronto, señal de que no tenían mucho tiempo.

     El movimiento fue lo que le permitió identificar a una figura, sin duda de mujer; era menuda y estaba recostada contra la ventana, su cuerpo cubierto con una manta, parecía dormida, Cilliam se encamino hacia ella y aprecio que se había quedado dormida llorando, de echo aún estaba llorando, debajo de sus ojos cerrados se veían aquellos caudales por los que las lágrimas descendían.

     Cilliam se acercó y le coloco su mano en el hombro para intentar despertarla, sin duda ella debía ser la prima de Astrid, aunque en ese momento no recordaba si la elfina había mencionado el nombre de su prima, sin embargo, recordaba que ella y su tía habían optado por venderla a un idiota, aisló ese pensamiento pues era una habitante de Oren y merecía su ayuda.

     Después de que la zarandeo suavemente la chica despertó, lo primero que hizo fue limpiar las lágrimas de su rostro y luego miro a Cilliam extrañada.

El susurro del bosque I -La canción de los elfos (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora