Capitulo VII "Allí dónde tú estés"

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     Astrid vio desde su posición en el suelo como la verdadera etérea salía del cuerpo lánguido de la ninfa, un sentimiento de terror la embargo entera, era la segunda etérea que había visto en su vida pero sin duda a la que le temía más, su aura era negra como las tinieblas, sus cabellos flotaban a su alrededor y le llegaban hasta los pies, su piel era gris como la ceniza y sus ojos eran totalmente vacíos, sin pupilas ni iris, miro a la elfina de una manera que la hizo temblar con una hoja sacudida por el viento... luego desapareció.

     La elfina se incorporó recostándose en la pared, todo había terminado, lo había conseguido. Respiro lentamente en un intento de sentir menos dolor pero no servía, además estaba demasiado agotada para derrumbar la barrera que Omnia había levantado a su alrededor, podría sentir todo su cuerpo cubierto de sudor; el pulcro moño que llevaba antes de la batalla ahora era una trenza de mechones sueltos que se le pegaban a la piel.

     Dirigió una mirada a la estancia llena de vidrios rotos y sangre y viseras, sintió las arcadas cuando vio la mano del rey rodeada de un charco de sangre, contuvo las ganas de vomitar pero se sentía enferma, algo más llamo su atención, el cuerpo muerto de la ninfa parecía moverse levemente, casi imperceptiblemente, Astrid estaba dispuesta a comprobar por si misma lo que veía pero alguien más estaba en la habitación, alguien con quien tenía muchos asuntos pendientes.

     Cuando llegaron a la corte plateada Edhelf ayudada por Alexis se encaminaron a la enfermería para dejar a Minerva allí, Cilliam iba en busca de la habitación de la corona pues ignoro las ordenes de Alexis de esperarle, en ese tipo de batallas...

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     Cuando llegaron a la corte plateada Edhelf ayudada por Alexis se encaminaron a la enfermería para dejar a Minerva allí, Cilliam iba en busca de la habitación de la corona pues ignoro las ordenes de Alexis de esperarle, en ese tipo de batallas algunos minutos podrían hacer la diferencia, de alguna forma dio rápido con la habitación; era como si tuviera un hilo en el pecho y lo templara indicándole el camino, puso su mano en el picaporte y tiro de él, cuando entro Myrtha ya estaba allí.

     Cilliam no quería llamar la atención de nadie y por suerte lo consiguió pues el salón era de gran tamaño y el príncipe noto que la cúpula estaba totalmente destrozada, el aire se colaba en la habitación y los sonidos de la noche diluían todo. Además Myrtha y Astrid estaban demasiado enfrascadas en sus conversaciones para notarlo y se alegró por ello.

     El príncipe daba pasos sigilosos y sostenía la ballesta entre sus manos, no quería moverse mucho pues había trozos de cristal en toda la estancia y no quería hacer más ruido del necesario, sin embargo logro encontrar una buena posición en la que espiar y actuar en el momento adecuado. Cuando por fin vio a Astrid con claridad, noto como el corazón amenazaba con salirse de su pecho y se reprendió mentalmente, la elfina no debía importarle de esa manera y él solo estaba allí porque no le daría la espalda pero... ¿a quién quería engañar?, le dolía verla ensangrentada, adolorida, con cortes en su precioso rostro, el rostro que él había tenido la dicha de acariciar hace unas lunas atrás y no podía soportarlo... la amaba, estaba irremediablemente enamorado de ella como para dar marcha atrás.

— Cuando suceda lo que va a suceder quiero ser totalmente yo.- le decía Mytrha a Astrid.

— ¿Qué quieres decir?- pregunto Astrid casi como un murmullo, al parecer estaba tan herida que hasta hablar le dolía.

El susurro del bosque I -La canción de los elfos (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora