Capítulo 7: Coniux

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Nunca había deseado que no amaneciera, la noche había sido horrible, el lobo y el humano tenían opiniones opuestas cuando llego el momento de dormir, el humano totalmente agotado simplemente se rindió sobre la cama y se dispuso a dormir. El lobo tenía una opinión distinta, quería salir y correr hasta que cayera rendido en alguna parte del bosque donde se sentiría en casa, en su ambiente natural, pero el humano ansiaba el calor de las mantas, recostarse sobre las sabanas y cubrirse con los edredones que le mantendrían caliente aunque no lo necesitara realmente, su cuerpo era realmente cálido, lo suficiente para mantener caliente a varios humanos sin transformarse, y ya con su pelaje, con su otra piel podría mantenerse vivo y a otros en el clima más frio. Y aunque en este momento no estuviera en debate su supervivencia, sentía la amenaza letal que se escondía dentro los muros de la casa en la que se encontraba.

Se estiró al máximo que sus articulaciones lo soportaron, con unos cuantos crujidos de por medio, pero finalmente se puso sobre sus pies, y aunque no estaba muy cómodo con la tensión en su cuello por la falta de costumbre a camas tan blandas decidió salir por algo de comer.

Antes de abrir la puerta se detuvo, meditó un poco (como raras veces hacía), y decidió que debía verse un poco más presentable, no es que le importase mucho su apariencia mucho menos lo que pensaran los residentes, pero había distinguido como algunos vampiros lo habían observado, como si fuese menos que un insecto, nunca soporto eso, no permitiría que lo vieran de menos, eso definitivamente no lo haría y con un asentimiento, decidió verse mejor que los vampiros que le rodeaban.

Tomar la decisión fue fácil, pero ahora notaba los enormes huecos en el plan. No tenía nada que ponerse, no es que le importara reutilizar la ropa, lo había hecho muchas veces cuando vivía en la madriguera de la manada a nadie le importaba, olería a lobo de todos modos, pero meditó en que los vampiros no estaban acostumbrados al olor de su otra parte animal, aparte de que había dormido con la ropa con la que llego, estaba totalmente desaliñado, para nada presentable. –Mi madre me castigaría por esto.- susurró para luego soltar una risilla por el recuerdo.

¡Eren Jaeger! ¡Ven aquí ahora mismo! – reprendía su madre mientras corría solamente con una camisola de color crema, que ahora se veía marrón por el barro en el que se había revolcado hace no tanto con Armin, Connie y Sasha. Lo único que su mente infantil reprochaba de la situación era que su madre los hubiera descubierto, él hubiera preferido limpiarse dándose un fresco chapuzón en el río, pero su madre no pensaba de la misma manera.

Con toda la intensión de dejar a su madre atrás se transformó, y de un momento a otro dejó de correr sobre dos piernas para correr en cuatro, se alejó de la postura erguida para avanzar en una horizontal. Sus patitas rasgaban sobre suelo con facilidad impulsándole hacia adelante cada vez más rápido, cada vez con más control, aunque no todo salía bien, de la nada sintió como era tirado de la piel de su cuello, el cómo sus patitas se sacudían en el aire sin llevarlo a ninguna parte, y luego un ligero gruñido que le advirtió que no tratara de escapar, su madre también se había transformado, su piel era blanca como las nubes libres de lluvia y uno que otro tono grisáceo sobre sus orejas y cola. –No escaparás de un baño y cambio de ropa Eren, debes verte presentable.- escuchaba la voz de su madre en su mente lobuna, siempre se escuchaba igual, sea como lobo o como humano, su voz era estrictamente maternal.

Sonrió nuevamente y tomo la decisión de primero darse un baño, si se ponía la misma ropa, es porque no le permitieron llevar nada más que lo puesto. Ahora el dilema yacía, en donde se bañaría. Justo empezaba a preocuparse por eso cuando escuchó unos pequeños casi temblorosos toques en la puerta.- Eren...- se escuchó la voz antes de que la señorita Petra se dejase entrar al verlo ya despierto y de pie.- Buen día Eren.- su cordialidad pondría cualquiera de buen humor.

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