Sentado en la mesa de siempre, meditaba acerca de que hacer con su vida ahora. Siempre habían sido Eren y el, nunca había estado solo, aunque había perdido a toda su familia. Y aunque Sasha y Connie eran buena compañía, un poco ruidosa para su gusto, trataban de animarlo. A pesar de eso extrañaba mucho a su mejor amigo, de verdad que lo extrañaba. Y, aunque la manada le daba su lugar como omega y no le hacía falta nada, sentía su vida sin sentido después de que Eren se fuera.
Siempre fue consciente de que era emocionalmente dependiente de Eren, pero nunca creyó que serian separados de esta manera. La verdad es que nunca considero que el señor Jaeger entregara al hijo de su amada compañera con tanta facilidad. No es que pretendiera comprender lo que pasaba por la mente del alfa, pero tampoco creía que sus acciones fueran las mas correctas. El no era nadie para rebatir esas decisiones, pero Eren no era un objeto para intercambiar. Era lo que pensaba de los actos del alfa Jaeger.
Estando frente a su escritorio, que más bien era una mesa rustica, pero funcional, se dedico a calificar las tareas de los niños que había recibido ese día. Amaba enseñar, y agradecía poder hacerlo. De verdad que estaba muy agradecido de que no le impidieran dedicarse a la enseñanza. El ser omega lo limitaba en ciertos aspectos, pero al menos en esta manada, no lo relegaban a un simplemente a parir y criar a los cachorros.
Había escuchado historias, de que, en otros lugares, los omegas eran esclavos de los alfas, que eran humillados abiertamente, y no es que la historia de su manada fuera tan diferente de otras, era comúnmente relegado a un segundo plano, mas bien, a un tercero debido a su lugar en la escala de dominio, pero no había sido negado su deseo a ser el maestro que siempre quiso ser. Pero hoy, se preguntaba si realmente estaba bien. No es como si pudiera decidir ir a otro lugar, era prisionero en su propio clan. De las únicas maneras de la que un omega abandonase su manada, era con la expulsión, la entrega a un alfa de otro lugar, claro que esto debían permitirlo los alfas que tenían el dominio sobre él; y, por supuesto, la muerte.
La segunda de estas razones le había separado de su mejor amigo, dejándole totalmente solo, sin nada a que dedicarse mas que a los salones de clase que tanto amaba, pero que ya no le satisfacían del todo. Con un suspiro recordó el día en que había seguido el aroma de Eren, día en el que aulló con toda la tristeza de su corazón por sentirse abandonado. Sabia que su omega era mas sumiso y sensible que el de la mayoría de los omegas, pero no podía evitarlo, el dolor que le llenaba las venas con la sensación de soledad. Su madre se lo dijo siempre, que nunca se encontrara solo, porque podría matarlo, y ahora, sentía que se marchitaba. Su hermano del alma lejos de él, en un lugar que seguramente le era hostil de una manera desconocida.
Suspiró. - Esto no me lleva a nada. – Con renovado esfuerzo se dedico a calificar unos adorables y desordenados trazos de las manos inexpertas de los cachorros a los que enseñaba. Se suponía que debía ser un poco mas estricto con los pequeños, pero era inevitable no ver lo adorable del esfuerzo de las manitas que habían "escrito" de manera abstracta su nombre, seguido a su vez de un dibujo de un sol. – Oh Annya... se supone que debes mejorar tu escritura no tu pintura... - pasando a la siguiente hoja continúo calificando el esfuerzo de un niño más, pero el golpe seco de la puerta lo hizo saltar en la silla en la que se encontraba sentado.
El causante de su terror, estaba de pie en la puerta con un hombro apoyado en el marco y una sonrisa realmente espeluznante a su parecer. – Zeke... ¿Ne- necesitas... uh... ¿Al-algo? – el hermano mayor de Eren siempre le puso los pelos de punta, más cuando lo veía de esa manera, la situación solo empeoraba cuando se encontraba solo como ahora. Lo potente de las feromonas de alfa le inundaban los ojos de lagrimas y su lobo se encogía en el interior de su alma por el terror de ser herido; cosa que Zeke podría lograr con inaudita facilidad. – Solo verte... Nada más. – la sonrisa en su cara se hizo más amplia haciendo a su estomago dar un tirón doloroso que solo anunciaba el vómito. Y, a pesar de estar sentado, el mundo se tambaleo en su eje haciéndole dificultosa la respiración. – Tranquilo Armin... - el dominio impreso en su voz le erizo la piel, puesto que no lo hacia para hacerlo sentir seguro, sino aterrarlo cada vez más, arrinconarlo, dominarlo. No es como que pudiera evitarlo, pero el gemido que salió de su garganta fue lastimero, totalmente sumiso a lo que este hombre quisiera hacerle sin poder evitarlo ni oponerse un poco, no podía demostrar su desacuerdo. ¡Ni siquiera podía moverse!
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Offer Eum
FanfictionPor la paz, se firma un tratado entre los habitantes de la noche, de aquellos que salian a cantar a la luna, y los que perforaban las venas de mortales a modo de sustento. Con un rostro de piedra, con un corazón tan frio como el invierno más crudo y...