Diario de Paula
Planeta: desconocido
Año: 2049
Aire rojizo, contaminación, fuerzas militares y una extraña mutación. Eso es lo primero que conocí de mi planeta; si no tenías poder no podías vivir. Una máscara para poder respirar costaba miles, y una casa que pudiera filtrar el aire era invaluable.
Si eras militar, eras intocable.
Vivíamos bajo la sombra de un estado militar; los civiles no podían hacer más que obedecer órdenes y subyugarse ante su poder.
Mi madre estuvo en esas condiciones por mucho tiempo, haciendo todo lo posible para que yo pueda vivir sin complicación alguna.
Ella fue una de los sobrevivientes a la gran catástrofe que ocurrió antes de que yo naciera. Ella murió junto por culpa de la radiactividad, cuando yo tenía quince años. A mi padre casi no lo recuerdo, solo historias que mi madre me contaba.
Los niños de mi generación nacimos más fuertes y capaces de resistir con mayor fuerza los males de este planeta; es por eso que a los dieciocho años me enliste en el ejército, para tener poder y vivir tranquilamente. Fue duro, pero pude ingresar y obtener el rango de cabo.
Todo en mi primer mes fue totalmente horrible.Doctor: Parece que estas en buenas condiciones para tu edad; una pequeña dosis de esto eliminara las toxinas de tu cuerpo por completo.
Paula: ¿Tenían una cura para detener el efecto de la intoxicación del ambiente? ¿Porque no se la dieron a los civiles?
Doctor: Aprenda su rango cabo; no está en condiciones de preguntar por eso, además esta medicina es muy escasa como para desperdiciarla, mientras menos sepan de esto mejor.
Paula: Si señor.
Doctor: Ya terminamos con su revisión, puede retirarse.
Paula: Si me permite preguntarle señor, ¿dónde se obtuvo esta medicina?
Doctor: No estoy seguro; solo sé que que el general nos otorgó esto, no sabemos cómo funciona exactamente, pero al menos funciona.
Paula: ¿El general? Muchas gracias señor, volveré a mis labores.
Mi madre me dejo una tarjeta pequeña dentro de un collar. Nunca me dijo para que servía, solo que algún día utilizaría eso. Así que estuve reuniendo información para poder saber qué es eso.
Pero mi búsqueda se veía interrumpida por una alarma.
Alarma: ¡Atención a todo el personal! Esto es un aviso importante; los niveles de toxicidad está pasando lo establecido, se ordena que todos se reúnan en el patio central en estos instantes!
Nuestro planeta se encontraba en peligro; los niveles de contaminación eran muy altos, y las máscaras no nos servirían de mucho.
El mismo ambiente estaba tan cargado de ácido que comenzada a dañar la piel y a desgastar nuestros uniformes.
La radiación estaba rondando los 4 sievert, por lo que no teníamos más de 30 días para evacuar este planeta.
Esos días fueron muy pesados para mí, primero por la incertidumbre de saber si podríamos escapar, y también por los preparativos de reunir a todos los pobladores que siguieran vivos para la evacuación.
La población se reducía a pasos agigantados, haciendo cada vez más difícil la misión de conseguir sobrevivientes, y para colmo de males, la radiación seguía subiendo.
Cuando ya todos estaban reunidos en una sola instalación y no se podía salir de ellas, los militares aumentaron su sadismo en contra de los sobrevivientes.
Teniente McTero: Te dije que solo tomare prestada a tu esposa por un segundo, te la devolveré sana y salva, aunque dudo de que quiera volver a estar contigo después de probarme ¡JAJAJA!
Poblador: Por favor señor, se lo pido, deje a mi esposa en paz
Teniente McTero: ¿Cómo te atreves a siquiera tocarme rata inmunda? ¡Necesitas que te disciplinen!
El teniente empezó a golpearlo de tal forma cruel y sádica que solo podría calificarse como algo enfermo.
Aquella persona no se podía mover y ya no gritaba; solo recibía, sin realizar gesto alguno, los golpes que el teniente le propinaba; llegando al punto de no poder respirar por la cantidad de sangre que tenía en el rostro.
Paula: Teniente, Basta. No tiene por qué hacerle daño a este pobre hombre; nosotros estamos aquí para protegerles.
McTero: ¿Y tu quien eres? Ya veo eres una novata, por eso crees en todas esas tonterías ¡Eres una molestia! Me quitaste todos los ánimos, mejor desaparece de mi vista.
Se acerco a mi con una mirada fiera y tomándome de los hombros solo atino a darme un golpe con su rodilla en mi abdomen, cayéndome al suelo mientras él se iba.
Esposa: Muchas Gracias joven, se lo agradezco con toda mi alma.
Paula: No se preocupe señora... como ya dije, nosotros estamos para proteger.
Sentí un aura llena de alegría y esperanza, sentí que lo podría lograr todo; pero eso solo duro un día.
El teniente regreso al cuarto de aquella pareja y se llevo a la esposa.
Al enterarme de aquello, sentí tanta rabia que comencé a buscarlos por cada rincón hasta encontrarlos.
Cuando lo vi me acerqué detrás de él e intenté golpearlo con una vara de fierro que encontré tirada.
McTero: Es por eso que te digo que eres una novata estúpida. Pude sentir tus pasos y tu respiración a kilómetros.
Agarro la vara de fierro y me golpeo con ella; a pesar de que trate de defenderme.
Él era más fuerte y hábil que yo para el combate.
Llegue a un punto que no podía recibir mas golpes, mi cuerpo no lo soportaba más.
El teniente se había cansado de golpearme y mirando a la esposa, soltó la vara.
McTero: Novata, no te muevas de ahí que ahora vuelvo; tengo un asunto que atender.
Sin ninguna piedad comenzó a ultrajar a la esposa, que parecía fuera de sí; no mostraba emoción alguna.
McTero: No creas que me he olvidado de ti, tengo la teoría que trataste de interrumpirme por segunda vez porque en realidad estabas deseosa de recibir lo que le acabo de hacer a ella ¿Es que acaso estoy en lo cierto?
Él se acercaba a mí. Cada vez que escuchaba uno de sus pasos sentía un temor aun mayor y lo peor es que no podía moverme o siquiera gritar, no tenía fuerza alguna.
Cuando él estaba a punto de tocarme apareció el doctor y me salvo de aquel enfermo.
Doctor: teniente Mctero, el coronel Miyasawa está solicitando su presencia en su despacho ahora.
McTero: ¡Mierda! No ahora.
Se vistió y se fue, mientras yo caí inconsciente
Al despertar me encontraba en el despacho del doctor con vendas y con suero.
Doctor: Tranquila, no te muevas mucho; se que debes estar asustada, pero yo no te haré daño, lo prometo.
Paula: La otra chica ¿Cómo se encuentra?
Doctor: Ella, está muerta al igual que su esposo; parece que ninguno pudo soportar la golpiza de ese salvaje. Lamento que tuvieras que pasar por esto.
Paula: ¿Porque me salvo?
Doctor: Me recuerdas a mi hija, ella tendría tu misma edad en estos momentos; parece que no todos los niños de esta generación son completamente inmunes. Un día su cuerpo simplemente no resistió mas y ya no despertó.
Paula: Lamento oír eso
Doctor: Lo lamentaras después, ahora tienes que alistarte. Llevas durmiendo algunos días. Te daré algunos analgésicos y nos iremos a las naves ahora mismo. Este planeta no durara mucho más.
Paula: ¿Qué, que es lo que paso?
Doctor: No lo sé, pero supongo que nos dirán allá.Con la ayuda del doctor nos dirigimos hacia las naves. Mi cuerpo estaba muy lastimado, pero estaba a salvo gracias a él.
Paula: Disculpe por mi indiscreción, pero quisiera saber su nombre.
Doctor: Mi nombre es William Russel. Ahora vamos rápido que no tenemos mucho tiempo.
Llegamos a las naves y empezó el despegue. 54 naves tripuladas de las cuales una era enteramente de puros civiles.
Salimos de la atmósfera del planeta y entramos en un agujero de gusano provocado para poder acelerar el viaje.
Nos avisaron que nos dirigimos a un nuevo planeta cargado de aire puro, uno en el que no necesitaremos tener mascara alguna para poder respirar.
Al llegar me di cuenta que el planeta era azul. Me ilusioné por encontrar agua limpia después de tiempo.
Y descendimos a la superficie de ese hermoso planeta, encontrando que estaba poblado.
Cuando mas pensaba que iba a empezar la calma, nos ordenaron acabar con todo rastro de vida alienígena que encontremos.
La masacre que provocábamos era horrorosa. El primer escuadrón se encargaba de asesinarlos, mientras el segundo escuadrón en el que me encontraba, se encargaría de la exploración para comprobar que no quedara sobreviviente alguno.\\
Coronel Miyasawa: Vamos muchachos a divertirse. No quiero que decepcionen al general, quiero que no haya ni una pisca de vida allá abajo. Eh, tú, Paula, novata, tú iras acompañada del teniente McTero.
McTero: Si señor.
Paula: Si señor.
Entramos en la primera construcción que encontramos, mientras yo me encontraba alerta por ese desgraciado... no volvería a vencerme esta vez.
Paula: teniente, ya no hay personas en la zona; deberíamos seguir con los demás.
McTero: Es por eso que eres una simple novato,el miedo te hace cometer errores, las personas tienen miedo y se puede sentir su temor en el ambiente.
Efectivamente él tenia razón, dos chicos y una niña se encontraban escondidos ahí.
ESTÁS LEYENDO
53 vidas
FantastikCuando un grupo terrorista ataca simultaneamente varios puntos del planeta, las personas caeran en completo caos. Emilio y Paula deberan sobrevivir entre soldados y horrores inimaginables, para descubrir el misterio que envuelve a este grupo y la re...