La intensa mirada de su profesor impedía que la pobre chica consiguiese concentrarse en los ejercicios que él mismo había mandado hacer.
(T/N) estaba segura de que para él no era una simple alumna, o al menos no lo parecía. Y cierto era que cualqui...
-¡Zorra de mierda!-gritó al otro lado de la línea-¡El profesor Jungkook acaba de llamar a mi padre diciéndole que te acosaba!
-¿J-jungkook?
-Sí, ese gilipollas...¡me las vas a pagar! ¡Que te follen!
Y Suga colgó.
Eran solo las diez de la mañana, me acababa de despertar y ya era consciente de que sería un mal día.
-Nammie, ¿dónde está Jeon?-pregunté, asustada de que le pudiesen hacer algo.
-Se acaba de ir-contestó-solo Hobi ha querido quedarse a desayunar.
-¿Y dónde está Hobi?
-¡Aquí!-unos brazos me rodearon la cintura para luego comenzar a hacerme cosquillas, provocando mis carcajadas.
Luego de esto dije:
-Voy a salir un rato.
-¿No te quedas a desayunar?-preguntó mi hermano mayor.
-No, Nam, desayunaré luego.
Me vestí y salí de casa con esto:
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Corrí lo más rápido que pude. "Seguro que ese idiota le hará daño a Jungkook con la ayuda de sus amigos'', pensé, inquieta.
Llegué al descampado en el que sabía que Suga siempre se reunía con Taehyung y Jimin, y como bien había pensado, debían estar allí, pues se escuchaban ruídos de golpes, pero desde mi posición no podía ver nada. Entré.
-¿Jungkook?-pregunté con voz temblorosa, y para mi sorpresa el nombrado no estaba allí. Solo Suga con una tabla de madera en la que creaba los golpes, que yo pensaba que eran propinados a JK.
-Oh, pero mira a quién tenemos aquí-dijo Yoongi tirando la tabla al suelo, causando un gran estruendo-. Parece que ha venido a nosotros, ¿no creéis?
Miré a mi alrededor, y me encontré con Jimin y Taehyung detrás de mí.
-¿D-dónde está Jeon?-pregunté, asustada.
-Él no está aquí, no sé ni dónde está. Pero lo importante es que tú sí estás aquí.
Comencé a temblar e intenté correr lejos, muy lejos, pero Suga me apretó con fuerza el brazo, deteniéndome.
-¿Q-qué me vas a hacer?-dije yo.
-Oh, ya lo verás, pequeña-contestó él con una sonrisa que me inquietó.
Y me llevaron a rastras, tapándome la boca con la mano, por lo que no podía gritar, hasta un lugar extraño, oscuro y desconocido para mí.
