Capítulo 5: Escamas Azules

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Cuando aterrizó en un nuevo suelo, Spike no tuvo que abrir los ojos para saber que no estaba de vuelta en su mundo, de hecho, ya se estaba resignando a que no volvería. ¿Quién demonios había planeado esto? ¿Quién era el alguien o el algo que lo torturaba transportándolo por tantos mundos y haciéndole conocer a esos dragones sin importar que sean buenos o monstruos como Alduin? Alduin. Ese monstruo casi lo mata, y lo único que le enseñó fue que los dragones podían llegar a ser dictadores tiránicos con ansias de poder. ¿Hasta cuándo iba a continuar eso? ¿Iba a continuar llegando a otros mundos eternamente? ¿Cuánto acerca de saber quién era podría averiguar antes de que alguno lo mate?

Aun sentía la piedra en su mano. Por un momento tuvo la idea de quemarla, tirarla o simplemente destrozarla con lo primero que encontrara, pero se le fueron esas ideas cuando comenzó a sentir su entorno.

Cuando aspiró el aire, sintió el perfume de árboles y hojas, junto con el sonido del viento haciendo sonarlas. Luego de haber estado dentro de una montaña llena de oro y la cima de otra repleta de nieve y frio, el sentir que estaba en un bosque lo llenó de felicidad.

Abrió los ojos.

Efectivamente estaba en un bosque, uno muy espeso puesto que no había nada a la vista más que árboles alrededor suyo. Fijó su vista en donde estaba el portal, se sorprendió al ver que esta vez estaba en un árbol, no en una pared o una piedra. Viendo a su alrededor, se dio cuenta de que podría perderse fácilmente, y no estaba seguro de que se encontrara con un dragón bueno. Tanteando el tronco, descubrió que solo en un extremo de la corteza estaba el portal, así que trepó por el otro extremo e hizo una cruz por encima de la base. En algún momento debería volver.

Volvió a centrarse a su alrededor y solo escuchó viento y pájaros, y una paz a la que no estaba acostumbrado. Bajó la mirada a su mano y observó la Runa de Mente, indicaba una dirección exacta.

- Bien... aquí vamos de nuevo- Se dijo a sí mismo, y comenzó a caminar.

Incluso si parecía inútil, debía continuar con la misión. No podía hacer más que aferrarse a la esperanza de volver a casa en algún momento.

Por pura cautela miraba a su alrededor continuamente mientras mantenía un ojo en la Runa, cada movimiento que veía de algún ave lo hacía detenerse y quedarse inmóvil. En tanto, la Runa mostraba algo extraño: De a ratos indicaba que estaba al frente suyo y luego, de repente le indicaba que girara a la izquierda. Sea a quien sea a quien buscaba se estaba moviendo al igual que él, pero no parecía estar volando porque sino la Runa mostraría un giro más pronunciado.

Puede que no pareciera tanto problema, pero caminar por el bosque solo para un pequeño dragón era un trabajo ya de por sí difícil. El terreno era irregular y lleno de hojas y ramas, de vez en cuando tenía que saltar un tronco caído o tropezaba con las grandes raíces que sobresalían de la tierra. La actividad subió el ánimo de Spike, que estaba un poco harto de tantos problemas con dragones y climas extremos, esa era una de las razones por las que generalmente no tenía aventuras.

Caminó por al menos media hora hasta que las piernas comenzaron a cansársele. Estuvo a punto de sentarse a descansar cuando revisó nuevamente la piedra, esta le indicaba que lo que rastreaba estaba muy cerca: apenas giraba un poco la piedra, esta le corregía siempre en la misma dirección.

De repente, todo se quedó quieto, bosque, viento y aves, todo se sumió en silencio. Spike de pronto tuvo una mala sensación, como si lo estuvieran observando. Miró a su alrededor y sus sentidos se agudizaron. En parte deseó seguir teniendo los poderes del Thu'um para defenderse, pero dijo por lo bajo la palabra "fuego" en el idioma dovah y solo salió aire caliente de su boca, solo tenía su propio fuego.

My Little Dragon: La Aventura de SpikeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora