"A menudo me pregunto porqué
siempre que me besas me deshago
y la distancia ni el tiempo
es un precio por vivir encadenado
a tus labios...
...Como único equipaje,
quiero que traigas tus labios
como único equipaje..."
Estaban sentados desayunando, como todos los días. El puente del Primero de Mayo, día del trabajo había llegado. A Daniel siempre le había parecido una ironía aquella fiesta que celebraba justo lo que le faltaba a tantísima gente, como él mismo hasta hacía poco. Anna le había preguntado algo, pero estaba inmerso en sus pensamientos y no lo había escuchado. Alzó la cabeza para mirarla y frunció el ceño en muda pregunta.
-Te decía que si te parece bien que hagamos una escapadita a algún sitio.-repitió ella pacientemente, dando un sorbo a su café.
-No puedo permitirme un viaje ahora mismo, cariño. –la miró con aprensión. –Además, Tomás no me da puente. Dice que la tienda cojea y que no puede permitirse cerrar más de un día de lo necesario. –aunque el negocio había remontado desde que Daniel trabajaba en el taller, gracias a su experiencia y buen hacer, era un pequeño negocio de barrio y tenía que luchar contra los grandes centros comerciales y eso era como David luchando contra Goliath. Pero al menos por el momento, se sostenían. –Y también tengo que estudiar...
Anna asintió con la cabeza. Entendía sus nuevas obligaciones, ya que ella y su madre en parte, lo habían empujado a ellas. De repente sonrió, como si se le hubiera encendido la bombilla por encima de su cabeza.
-Puesto que Marta insiste en que nos tomemos el puente libre. ¿Por qué no lo pasamos aquí? –el la miró sorprendido, frunciendo de nuevo el ceño, preguntándose a donde quería llegar. –Bueno, casi vives aquí.-Daniel había estado durmiendo en casa de Anna todas las noches desde que empezaron su relación. El saco de dormir había quedado relegado a su cajón del archivador. -Podríamos probar este puente a ver qué tal va la convivencia. Mi madre se va de viaje, así que no nos interrumpirá nadie. Me parte el alma que pensar que vas a seguir durmiendo en ese saco de dormir cuando mi... nuestra cama, es tan cómoda. Cada día siento más que este es nuestro hogar. ¿No crees que podríamos intentarlo? –lo miró, ansiosa.
Daniel dejó su taburete en la isla de la cocina para tomar su cara entre sus manos y mirarla largamente, memorizando cada una de sus facciones. La besó, la besó como se besa algo tan frágil y delicado que puede deshacerse entre las manos si no se tiene cuidado. –Podemos intentarlo. –respondió con voz ronca, sin dejar de mirarla.
La soltó lentamente, como si no quisiera hacerlo y miró hacia el exterior. –Creo que voy a hacer unos largos. ¿Me acompañas? –aún hacía frío para bañarse, pero Pablo, como siempre, había sido previsor al construir su casa y la piscina era climatizada y tenía una cubierta que se abría y cerraba, haciéndola apta para ser usada todo el año. Daniel sintió una vez más, una sincera admiración hacia aquel hombre.
-Ahora voy. –respondió Anna con una sonrisa. –Aunque puedo ser una distracción si es que quieres hacer ejercicio. –su sonrisa se volvió pícara.
Daniel la miró, quitándose la camisa, camino de la piscina. Llevaba el bañador bajo los vaqueros. -¿Tú una distracción? ¡Nunca! –el tono jocoso los hizo reír.
-Ah bien... -replicó ella sin perder la picardía en su sonrisa, apoyándose contra la encimera de la cocina. –Entonces, creo que si intentas tocarme estando en el agua, te morderé...
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Segundas Vidas (COMPLETA)
RomantizmAnna y Daniel, ella viuda precoz, el desahuciado de su casa y de la vida. Se conocen en un comedor social donde ella es voluntaria y el usuario. Entre ollas y cartones nace una historia de amor de hoy en día, marcada por la crisis, las penurias, las...