Aquel que viene del mar

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Quisiera,
en la profundidad de tu mirada
respirar la paz,
la calma en el mar.
Despertarte,
torrente de delirios:
Rozar cada momento,
fluir por tu cuerpo,
fundirme en tus adentros.

Quisiera evaporar,
torbellino de inseguridad
mis tinieblas en pleamar.
Amainar,
de luz:
Anhelos anegados,
ahoras ahogados.

Sumergiera,
bajo océano prohibido
tras tu firma de zafiro:
Me sintieras
en galernas de tristeza,
borrascas de miseria,
tempestad, el fin de mi era.

Quisiera,
emerger,
ser manantial,
tus alegrías, la vida.
Catarata de pasiones,
caricias en la orilla.

Un viento de afinidad.
Atar dos miradas,
desatar el vendaval.

Tras un canto solitario,
no hay hombre de mar...
No lo hay capaz,
de oír el llanto de sirena,
abandonada,
cuando las anclas elevan.

Aislada a la izquierda del tiempo,
cuando zarpan los recuerdos...
La primera vez,
cuando todo era perfecto.

Quisiera,
impermeable a la pena;
fundirme en tus fronteras.

Quisiera,
mi ambición eterna,
seguir el cauce de tus venas.

La extensión del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora