20: Apariciones

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—¡No puedo creerlo!, como se les ha ocurrido a ese par de locas, seguirnos casi toda la tarde —Jordán camina mostrando su enfado, al recordar lo que considera un desagradable momento—. Son realmente molestas porque no paraban de soltar incoherencias —suelta un suspiro, cansado de andar reclamando demasiado mientras sus acompañantes solo ríen, como si se tratase de una simple broma.

Y sucede que, su día de diversión ha salido mejor de lo planeado, han podido distraerse y relajarse un buen momento; sin apariciones, ni transformaciones y menos preocupaciones. Solo un detalle ha provocado que un par de renegones ande pataleando, porque las dos jovencitas que conocieron por la mañana, de un momento a otro, se habían convertido en sus acosadoras; o eso, concluyó viento.

No importa al lugar que iban, por "coincidencia" terminan encontrándose al cuarteto; oportunidad de las señoritas para molestar a nuestros guardianes, quienes por pocos minutos se sintieron como celebridades. Y puedo asegurar, sus principales atracciones fueron Jordán y Nicolás, pues ese par hasta molestos, no dejan de ser tiernos.

—No he conocido a muchachas tan osadas como ellas, en verdad tienen determinación para conseguir lo que se proponen —fuego observa incrédulo a Jerson, como si hubiese soltado alguna tontería sin sentido—. Es la primera vez que alguien hace que Nicolás y tú anden haciendo rabietas todo el día —agrega orgullo, pues ahora sabe no es el único.

—No me extrañaría que el lunes estemos en el mural de la escuela, con alguna fotografía inédita de nuestro día de diversión —luna expresa la primera ocurrencia que tiene, provocando algunas divertidas risas.

—Juro que si las tenía un minuto más andando alrededor de mí, iba a imaginármelas como criaturas para usar todos mis poderes sobre ellas —Jordán parece estar pensándoselo—. A veces, pienso que no es tan malo ser un guardián, nuestras habilidades deben servirnos para algo —expresa con una macabra sonrisa.

Alfredo, Jordán y Jerson caminan recordando los divertidos momentos que han compartido, mientras se acompañan camino a casa; pues es una ventaja que los tres vivan relativamente cerca.

—Sigo sin entender algo, hoy el comportamiento de Alfredo ha sido realmente extraño —la voz de Spero, hace que se desconecten de su conversación—. Cuando estaba cerca de ese muchacho de ojos negros, sus emociones se volvieron demasiado intensas —con ese comentario, el aludido siente como sus mejillas suben nuevamente de temperatura, intentando evitar las miradas que se posan sobre él.

—Me he dado cuenta que se traían algo, o al menos, parece que ha surgido algo —comenta trueno en un tono pícaro—. Es que acaso, ¿estás pensando en dejarme por un desconocido?, ¿puede gustarte más, alguien a quien recién conoces? —muestra una expresión de tristeza, fingiendo como si estuviese aguantándose llorar, provocando un repentino nerviosismo en el involucrado.

Y todo, porque el grupo ha notado que el comportamiento de luna, cambiaba cuando aparecía ese chico de nombre Enzo, es como si se transformara en alguien diferente, mostrándose exageradamente nervioso y tímido

—Ni cuando nos conociste te mostraste de esa forma, a nosotros nos mirabas con desconfianza —fueron las palabras de Jordán, para que su amigo explotará de la vergüenza, aprovechando los demás para molestarlo.

Y sucede que, ni el mismo entiende porqué mostraba esa timidez frente a ese muchacho, era como si sus reacciones se pusieran en automático, comportándose diferente contra su voluntad. Lo único que sí sabe y acepta solo para él, es que una alegría inmensa le invadía cada momento que sus miradas se encontraban o cuando cruzaban palabras.

«Desde el primera momento que miré esos hermosos ojos negros, me perdí en una inmensidad, despertando una desconocida emoción en mi corazón», se dice a sí mismo, mientras va riéndose al pensar en lo cursi que suenan esas palabras.

El Guardián de los DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora